domingo, 9 de septiembre de 2012

Como Superar la Ansiedad de Bernardo Stamateas en Emociones Tóxicas


Descubre cómo superar la ansiedad (1º parte).
Autoayuda – La Ansiedad 1

La ansiedad es la emoción que aparece cuando sien­tes que se acerca una amenaza, cuando visualizas el fu­turo de manera negativa y, en consecuencia, intentas prepararte para hacerle frente.
La ansiedad se apoderará primero de nuestra mente y luego de nuestro cuerpo. Por ejemplo, previo a un examen comenzamos a estar inquietos y luego apare­cen los famosos dolores de cabeza, el malestar estoma­cal, el sudor, etc.
La ansiedad como reacción normal nos permite en­frentar una presión externa y se presenta acompañada de aquellos temores que todos tenemos y que nos pre­servan ante una amenaza o peligro. Por ejemplo, si se acerca el examen, la ansiedad nos puede poner en aler­ta para prepararnos mejor (y estudiar).
Ahora, ¿qué nos sucede cuando pasamos de vivir un momento de ansiedad a vivir ansiosos? Alguien ex­cesivamente ansioso ve cada situación nueva, cada cambio, cada desafío que le toca vivir, como una tortu­ra y experimenta un gran sufrimiento interior.
La ansiedad crónica es tóxica. El problema aparece cuando la ansiedad se convierte en un temor excesivo e irracional a situaciones que enfrentamos diariamente. Entonces, pasa a ser una emoción tóxica.
Esta emoción puede llevar al desánimo, a la tristeza e incluso a la depresión o al otro extremo, a vivir com­pletamente acelerado. En cualquiera de los dos casos, la expectativa será que el resto siga ese ritmo, lo cual genera a su vez problemas interpersonales.
1. ¿En qué estoy Pensando?
Realiza la siguiente autoevaluación. Piensa cuántas veces experimentaste miedo, angustia, preocupación frente a una situación de tensión en el trabajo, a un viaje, a un examen. ¿Esto te resulta conocido? La ansie­dad es un estado emocional tóxico que hace que una persona se sienta inquieta o temerosa.
Cuando se ansia mucho algo, es fácil desanimarse y sentir que nada tiene sentido o vale la pena. Con esta emoción a flor de piel, nos costará mucho más llegar a las metas que nos propongamos. La ansiedad no sólo nos impide experimentar emociones positivas, como la alegría o el amor, sino que no nos permite disfrutar de la vida al máximo.
Si ya te vas identificando con todo esto, vayamos al siguiente paso. Ahora la clave es poder descubrir dónde comienza esta ansiedad negativa para que, una vez que lo sepamos, podamos superarla y asumir lo que nos toque pasar de la mejor forma posible y de la manera menos tóxica.
En principio, descubriremos que el comienzo se da siempre en la mente. ¿Alguna vez les prestaste atención a tus pensamientos? Si nunca lo hiciste, tómate tiempo para ver en qué estás pensando y qué es lo que “te da vueltas en la cabeza” la mayor parte del tiempo. Allí está la clave de la ansiedad: en tus pensamientos, en aque­llos pensamientos que tu cerebro, de manera equivocada, in­terpreta como reales. Y aunque tu razón sepa que no son verdaderos, los crees a nivel emocional, es decir que sientes que son verdad.
Si tu cerebro cree que va a suceder algo malo, empezará a enviar síntomas de ansiedad. No te contamines con todo aquello que no sirve, aprende a descartar de tu mente todo aque­llo que intoxica tus emociones.
2. ¿Por qué me dirán Ansioso a mí?
No entres en pánico. La ansiedad es una emoción tóxica muy común por estos días. Basta con repasar en tu ámbito cotidiano, ya sea en la universidad o en tu casa o en el trabajo, a cuántas personas viste co­merse las uñas desesperadamente o tener atracones cuando en realidad no tienen hambre. Si te pregunto si conoces a alguien que sufra de grandes comezones en diferentes partes del cuerpo sin tener supuesta­mente una causa clara, estoy seguro de que tendrías varios casos. Y la lista sigue…
¿Cuántas personas tartamudean aun en momentos en que pareciera que todo está bajo control y en calma? A unos se les cae el cabello, otros sufren de estreñi­miento y otros, todo lo contrario, algunas personas le­vantan temperatura y otras tantas transpiran mientras a otras se les seca la boca
Muchas veces decimos yo estoy tranquilo y, en verdad, esa tranquilidad que decimos tener es aparente, ya que todos estos síntomas, cuando no tienen una causa física u orgánica, son un claro llamado de atención que, muy pro­bablemente, esté indicando la presencia de la ansiedad.
Cuando estamos demasiado ansiosos, buscamos por todos los medios calmar esa emoción tóxica y recu­rrimos a cosas como la comida y el trabajo en exceso o, lo que es peor, a la automedicación.
¿Cuándo suena la alarma?
Veamos algunos de los síntomas más comunes de la ansiedad:
·         Miedo o temor
·         Inseguridad
·         Preocupación
·         Aprensión
·         Problemas de concentración
·         Dificultad para tomar decisiones
·         Insomnio
·         Sensación de pérdida de control de la propia vida o del medio que lo rodea
·         Hiperactividad
·         Pérdida de interés
·         Movimientos torpes
·         Tartamudeo
·         Tics nerviosos
Con el tiempo, si la ansiedad no se trata de manera adecuada, puede llegar a afectar seriamente la salud y derivar en lo que se conoce como trastornos de ansie­dad. Estos incluyen el pánico, la obsesión-compulsión y distintas clases de fobias.
¡Doble alarma!
Veamos algunos de los síntomas más graves:
·         Palpitaciones
·         Presión arterial alta
·         Opresión en el pecho
·         Sensación de ahogo
·         Náuseas
·         Problemas digestivos
·         Diarrea
·         Tensión muscular
·         Dolor de cabeza
·         Fatiga
·         Sudoración excesiva
·         Impotencia
·         Eyaculación precoz
Pensar conti­nuamente en el futuro, preocuparte y desarrollar una imaginación excesiva respecto de lo que puede llegar a pasar -y que, por lo general, nunca ocurre-, tratar de anticiparte al mañana, es realmente agotador. Nuestra mente necesita tener descanso, démosle un poco de paz. Y verás que, cuando logres relajarte, todo aquello que te despertaba una desmesurada ansiedad volverá a estar bajo tu control.
3. Ansiedad y Estrés. ¿Hablamos de lo mismo?
Todos necesitamos un poco de presión en nuestra vida y eso no tiene nada de tóxico. Al igual que las cuerdas de un violín, que para sonar afinadas deben estar tensas, porque demasiado flojas no sonarían y de­masiado estiradas se romperían, el ser humano necesi­ta también una tensión básica.
Pero cuando la presión o los estímulos recibidos son muchos, todos juntos o pocos y durante mucho tiempo o la combinación de ambos, se produce un desequili­brio y sobreviene el estrés.
Un estímulo estresante puede ser desde tener que rendir un examen hasta tener que hacerse- cargo de la familia por la muerte de un ser querido o vivir por años con una pareja que no nos habla, etc. Dependerá en­tonces del tiempo y de la intensidad con que se viva.
Vivir un momento estresante no es lo mismo que vivir estresado. Lo primero es normal, inesperado y generado por el ambiente externo, mientras que lo segundo, vivir estresado, es tóxico, buscado y generado por nosotros mismos porque se ha hecho un hábito y “no sabemos” vivir de otra manera.
El estrés surge cuando hay  excesivas demandas exteriores  tu organismo no alcanza a hacerles frente. Es una tensión,  una presión física o mental que rompe el equilibrio.
Un estudio realizado durante diez años en los Es­tados Unidos con personas que no podían controlar su estrés emocional dio como resultado que la persona estresada tiene un 40% más de posibilidades de muer­te. Sólo en Argentina, se consumen millones de tran­quilizantes por año.
Cada vez que el cuerpo recibe un estímulo exterior, se activan dos hormonas: la adrenalina y el cortisol.
La adrenalina es la hormona que te provee energía y fuerza y que, al correr por el cuerpo, te hace sentir inmortal, que podés lograr todo lo que quieras. Dicha energía te acelera, eleva el nivel de excitación, de deseo y de entusiasmo, y agudiza la visión. Cuando una persona guarda durante meses ira, rencor, cuando soporta maltratos durante años y sus heridas se acu­mulan, se activa la adrenalina en dosis grandes y fre­cuentes, y actúa como un veneno.
El cortisol es una hormona buena pero, al aumen­tar de forma excesiva el nivel de azúcar en la sangre, puedes subir de peso y tus huesos pierden calcio, magnesio y potasio.
Las personas que a lo largo de su vida experimen­taron muchas presiones pueden hacerse adictas a la adrenalina y sus cuerpos la generan naturalmente. Se identifican por su violencia, necesitan sentir presión y, por lo general, practican deportes de riesgo y siem­pre están en busca de peleas.
Esto explica que alguien que por años tuvo conflic­tos en su pareja, un padre violento o una madre depre­siva, nunca logra relajarse por completo y busca per­manentemente un motivo de discusión, porque su cuerpo pide adrenalina.
Todos reaccionamos a los estímulos de manera dife­rente y dependerá de cómo interprete cada uno lo que ocurre en su vida. Algunas personas se estresan frente a determinadas tareas mientras que otras, en esa misma situación, no, porque a pesar de que el estímulo es el mismo, la percepción es distinta.
4. Pequeñas actitudes te llevarán a grandes cambios
Salir de la toxicidad de la ansiedad está totalmente a tu alcance. Cada una de estas pequeñas actitudes te llevarán a realizar grandes cambios, que no son grandes en sí mismos sino que, con el tiempo de practicarlos, se arraigan en nuestras costumbres.
Las siguientes son algunas estrategias y formas prác­ticas para reducir el estrés y librarse de toda ansiedad:
A. Comienza por detectar cuáles son las fuentes de tu ansiedad. Piensa ahora en todas las cosas que te roban la paz y hoy mismo toma la decisión de abandonarlas. Adopta pautas que te permitan disfrutar de la vida en plenitud y en calma.
B. Haz todo lo posible por reducir o eliminar por completo todas aquellas cosas que te hacen sen­tir ansioso. Desarrolla nuevos hábitos que, por el contrario, te ayuden a sentir paz en tu espíritu, alma y cuerpo.
C. No leas todo el día malas noticias. A todos nos gusta estar informados pero, si leer malas noti­cias en el diario o escucharlas una y otra vez en el noticiero hace que tu ansiedad aumente, un buen libro será de mucho más provecho. Llena tu vida de información útil, de datos que te enriquezcan.
D. Aprende algo nuevo todos los días.
E. Cuida la salud de tu cuerpo. Asegúrate de poder dormir bien y comer lo más sano posible.
F. Incluye una rutina de actividad física de tres a cuatro veces por semana. Está comprobado que el ejercicio reduce los niveles de estrés. Tu cuer­po te acompañará por el resto  de tu vida. Es tu carta de presentación al mundo y es tan importante como tu alma y tu espíritu. Ámalo, cuídalo, habla bien de él.
G. Aléjate de la gente tóxica. No significa ais­larte sino poner límites sanos. Hay personas ne­gativas a las que sólo les gusta hablar de los pro­blemas propios y ajenos. Ellos  no aportan nada significativo  a tu vida. En cuanto de vos dependa, no permitas que sus  palabras y acciones tengan ca­bida en tu mente y mucho menos que determi­nen tu estado de ánimo
H. Acércate a personas con mentalidad positiva. Las personas exitosas que piensan, hablan y ac­túan en positivo, transmiten paz, entusiasmo, alegría. A todo el mundo le gusta estar rodeado de tales personas. Búscalas, obsérvalas, aprende de ellas, comparte momentos. Déjate mentorear por ellas. Esa clase de gente es la que añade valor a tu vida.
I. Busca una persona que necesite ayuda. Brindarle ayuda a alguien desinte­resadamente y ocuparte de otro mantendrá tu  mente lejos de los problemas y las preocupaciones. Cambia tu enfoque.
J. Encuentra una persona de confianza. Es impor­tante que puedas hablar de cómo te sientes con alguien que te inspire confianza. ¡Tan sencillo como eso! Hablar de lo que nos pasa es una de las mejores maneras de controlar la ansiedad.
K. Crea el hábito de hablar en positivo. No basta sólo con hablar, es fundamental aprender a ha­cerlo en positivo. Considera muy bien tus palabras antes de hablar. Las palabras son herramientas y tienen el poder de construir o destruir tu futuro. Lleva un registro escrito. Registra por escrito cada día, tres o cuatro cosas por las que estés agradecido. Concentrarte en lo positivo también alejará tu mente de los pensamientos negativos que te llevan a tener emociones negativas y a ac­tuar en consecuencia.
L. Ríete un poco todos los días. La risa hace que cualquier carga sea más liviana y está comproba­do científicamente que produce grandes benefi­cios en el cerebro y en el cuerpo.
M. Desarrolla tu fe. Lo opuesto del temor es la fe. Si no lo hiciste hasta ahora, empieza a creer que las cosas van a mejorar en tu vida y que todo lo que hagas te saldrá bien. Si tienes expectativa de cosas buenas, tarde o temprano ellas vendrán a tu vida. Espera siempre lo mejor. No te conformes con la mediocridad. Fuiste creado para la excelencia.
N. Haz algo nuevo regularmente. Aunque te dé miedo, atrévete a hacer cosas nuevas. El coraje no es la ausencia de temor, sino la capacidad de ac­tuar a pesar del temor.
O. Visualízate como una persona de éxito. Antes de que algo ocurra en tu vida, primero debes verlo con los ojos de tu mente. La imaginación te fue dada para visualizarte como el hombre y la mujer que quieres llegar a ser. Alguien exitoso, seguro de sí mismo, optimista, positivo, feliz. Un persona que disfruta la vida al máximo y sabe cómo relajarse.

5. Todo comienza en tu Interior.
Todo comienza en tu interior. Si tienes paz contigo mismo y con los demás, nada te moverá de tu lugar. El rey David hacía referencia a las personas que encuen­tran la paz y decía: “Serás como un árbol plantado a orillas de las aguas, con gran altura y extensas ramas”. Este tipo de árboles son los que poseen un tronco fuer­te que simboliza tu estima. Vivir al lado de las aguas significa que, si tienes paz interior, beberás de lo mejor de la vida y las extensas ramas hacen referencia a la salud en las relaciones interpersonales. Es necesario ir en busca de la paz, trabajar para lograrla y mantenerla a toda costa, pase lo que pase a tu alrededor.
Naciste para ser libre, no seas esclavo de nada ni de nadie. No permitas que la ansiedad llene tu vida. Concéntrate en las cosas importantes, que son las que multiplican tu energía; las secundarias la roban.
La felicidad es tu herencia y tu legado. Nadie te la puede robar. No te la robes tú mismo teniendo emociones tó­xicas. Date permiso para ser feliz. Celebra tu vida. ¡Tú puedes librarte de la ansiedad!
Extracto del libro “Emociones Tóxicas”

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