miércoles, 30 de marzo de 2016

Promueve la Salud Mental

6.-Respira hondo
7.-Lee sobre Felicidad
8.-Haz deporte
9.-Controla tu estado de Animo
10.-Vive con Ilusión
11.-Mejora tus creencias
12. Mantén siempre la calma y paz, pase lo que pase.
13. Amplía tu lista de contactos. Relaciónate con personas ambiciosas y emprendedoras.
14. Rodéate sólo de personas abundantes y ricas. Elimina de tu vida o interactúa menos con las que tengan una mentalidad de escasez.
15. Ponte al servicio de la vida (ponle el nombre que quieras). Estás aquí para aportar tu valor.
16. Aprende nuevas cosas y dedica tiempo a tu desarrollo personal.
17. Actúa como si ya fueras rico. Permítete pensar como un rico.
18. Ahorra el 10% de tus ingresos mensuales y crea un "colchón" para estar tranquilo.
19. Crea múltiples fuentes de ingresos y establece sistemas que te den ingresos pasivos.
20. Sé más creativo y muéstrate al mundo tal y como eres.
Como conclusión te aconsejo que:
En lugar de enfocarte en ganar dinero, céntrate en ser abundante y el dinero llegará.
Por último, me despido con una cita del reconocido coach americano, Anthony Robbins, que dice:
"Cuando sientes gratitud el miedo desaparece y la abundancia aparece."

lunes, 28 de marzo de 2016

El Deporte nos ayuda a Mejorar

Muchas personas empiezan a practicar ejercicio por mejorar su autoestima. La autoestima es el concepto que tenemos de nosotros mismos, positivo o negativo. Hace referencia a lo que percibimos sobre nuestros recursos, talentos, capacidades, aspecto físico, preparación, nuestra relación con los demás, todo aquello con lo que pensamos que estamos capacitados o no para desenvolvernos en cualquier aspecto de nuestra vida.
La única persona a la que tienes que preocuparte de no defraudar es a ti mismo
Una persona con alta autoestima no necesita ser guapa, alta, delgada y simpatiquísima. Necesita creer en ella misma independientemente de su imagen. Una persona con buena autoestima se defiende, opina, interviene, se cuida, creen en sí misma, se atreve y convence.
La persona con baja autoestima limita su vida, se ve incapaz en muchas situaciones de hacer frente a las demandas de la gente o del entorno. Uno de los principales motivos por los que la gente se siente rechazada y se menosprecia es el aspecto físico, sobre todo el sobrepeso. Es por ello por lo que muchos deciden empezar a practicar deporte. En sí la idea de hacer ejercicio es maravilloso, porque se trata de una conducta saludable, pero no hazlo por cuidarte, por quererte, no por buscar la aprobación de los demás.
Te dejo aquí unos consejos para cuidar tu autoestima:
  1. ¡Bye, bye perfección! Si ser perfecto te machaca, te exige, te impide disfrutar y te baja la autoestima, igual no es tan positivo como siempre habías pensado.
  2. Más autocompasión y menos autocrítica. Ojo, la autocrítica positiva y bien enfocada nos ayuda a crecer. Pero el criticarte todo el día te lleva a pensar que no haces nada bien, que no vales para nada o que no estás a la altura.
  3. La única persona a la que tienes que preocuparte de no defraudar es a ti mismo. Actúa en función de tu escala de valores. Es imposible tener a todo el mundo contento. Comportarte de la forma que crees que otros esperan no te asegura el éxito con la gente. Así que sé tú mismo.
  4. No te compares. Tú eres maravilloso tal y como eres. Eres único, especial y perfectamente imperfecto. Recordemos que nadie es mejor que nosotros, solamente es diferente.
  5. No te etiquetes. Cuantos menos juicos de valor hagas sobre ti, más probabilidad tienes de comportarte de la forma que deseas. Si piensas que eres vago, feo, poco atractivo, tonto, incapaz, te comportarás como lo que ves de ti. Es mejor pensar “no me he levantado hoy a correr, mañana lo haré” a “soy un vago, ya sabía yo que no podría con este objetivo”.
  6. Respétate: háblate con respeto, trátate con respeto, dedícate tiempo y cuídate. No se trata de ser un egoísta en plan yo, yo y yo. Sino de saber que mereces tener un espacio para ti, sin tener que justificarte.
  7. Abre la puerta al fracaso y deja que entren las oportunidades. Si solo piensas en lo que fallas, tendrás una imagen negativa de ti. Piensa en soluciones y admite tus errores como parte del proceso natural. Somos personas y nos equivocamos. Aprende a perdonarte por tus fracasos y errores, saca lecciones de ello y luego olvida el asunto.
  8. Acéptate de inmediato tal y como eres ahora: una persona cambiante, imperfecta, en crecimiento y valiosa.
  9. Dedica cinco minutos del día a pensar en todo lo bueno que ha ocurrido. Trabaja el agradecimiento contigo, con los tuyos, con la vida, con todo lo que te rodea. Estar agradecido nos aporta serenidad y paz. Valora los detalles.
  10. Acepta los cumplidos que te hagan los demás y no te justifiques. Si te dicen que tu trabajo es genial, da las gracias con una sonrisa, pero no digas que era fácil.
Y sigue haciendo ejercicio, pero porque te hará sentirte mejor, no para impresionar a nadie.
No te compares. Tú eres maravilloso tal y como eres

domingo, 27 de marzo de 2016

Los médicos, los psiquiatras, los psicólogos, somos curadores; elegimos esas profesiones para curar; somos artesanos

Los médicos, los psiquiatras, los psicólogos, somos curadores; elegimos esas profesiones para curar; somos artesanos, no somos siempre científicos. La victoria de la tecnología nos ha hecho creer que íbamos a luchar contra las injusticias sociales, pero cada vez hay más.
P. ¿Cuáles son las heridas más difíciles de sanar?
R. Hay que huir de la idea de Descartes de que una causa produce un efecto. ¡Muerte a Descartes! Hay que decir: antes de la herida; durante la herida; tras la herida. Antes de la herida: ¿qué nos permite adquirir factores que puedan protegerle a uno de una eventual herida? No hay biografía sin heridas. Todo el mundo, en mayor o menor medida, atraviesa la vida recibiendo golpes. Si uno, de pequeño, cuenta con un apego seguro, que cultiva la confianza en uno mismo, cuando llega una desgracia, la encaja porque su memoria le dice que es posible salir adelante. Se sufre menos si el golpe es lejano que si lo da alguien cercano. Cuando fui un niño mi familia fue destruida por el nazismo; y yo casi quedo destruido; el golpe venía de lejos y yo me sentí protegido por los justos, los franceses no judíos que me acogieron.

viernes, 25 de marzo de 2016

Mejorar tu Cerebro

Se calcula que nuestro cerebro concentra en torno a 100.000 millones de neuronas y su papel es fundamental para la vida. La importancia de estas células ha motivado infinidad de investigaciones cuyos resultados no solo son sorprendentes, sino que están cambiando muchas creencias que hasta ahora no se discutían. A continuación, seis curiosidades que, seguro, contribuirán a que nos conozcamos mejor.

1. Aunque duermas, tu cerebro nunca descansa

Investigaciones recientes apuntan a que el cerebro permanece igual de activo durante el sueño que en estado de vigilia. En particular, durante la fase No-REM (sobre la que se pensaba que era la de mayor inactividad) se producen estímulos transitorios, repetitivos y lentos que organizan el funcionamiento de las neuronas. En esta fase, el hipocampo -el área relacionada con la memoria- registra esa actividad, por lo que se piensa que el sueño es fundamental para consolidar nuestros recuerdos.
Mientras, la actividad oscilante de otras regiones, como el tronco encefálico, indica que también se desarrollan actividades cruciales, ya que esta región hace de puente entre el cerebro, la médula espinal y los nervios periféricos, aparte de regular el ritmo cardiorrespiratorio.
Así, un hecho curioso de esta fase del sueño es que se puede llegar a profundizar tanto en él que a veces el cerebro tiene dificultades para tomar contacto con el cuerpo, por lo que suele mandar impulsos para saber que está ahí y que sigue vivo. Esto produce una reacción rápida, fuerte y violenta, provocando que a veces nos despertemos mientras soñamos con que nos estamos cayendo; es lo que en la película Origen llaman "patadas".

2. Una cabeza, tres cerebros

En 1990, el neurocientífico Paul MacLean propuso la teoría de la triple evolución del cerebro humano, que fue aceptada por la comunidad científica. Con ella se sostiene que dicho órgano consta de tres niveles interconectados que, sin embargo, tienen su propia autonomía. Así, cada uno de éstos cuenta con sus características, inteligencia y subjetividad.
Pueden ser considerados como cerebros y en su funcionamiento en red forman el cerebro humano en sí. Estos tres niveles son: el sistema reptiliano, es el más primitivo y procesa los instintos; el sistema límbico, es el intermedio y es el que gestiona las emociones; y el córtex o la corteza cerebral, que es el más reciente del proceso evolutivo y se sitúa en la parte superior procesando el pensamiento racional. La teoría recibe el nombre de cerebro triuno o triúnico.

3. ¿Cinco sentidos, o sólo uno?

Siempre nos han enseñado que el ser humano tiene cinco sentidos (oído, gusto, tacto, olfato y vista) y que con ellos percibimos la realidad a través de la información que nos ofrecen de manera independiente. Pero lo cierto es que el cerebro funciona en red y elabora una imagen mental que es resultado de procesos multisensoriales integrales. Los sentidos ofrecen información, pero no de forma autónoma, sino interdependiente. El cerebro la procesa construyendo la imagen que tenemos del mundo.
En un artículo, María Colomé, doctora especializada en otorrinolaringología, habla de su experiencia en una cata de cavas. Quienes participaron en ella hicieron diferentes degustaciones con música de fondo. La melodía cambiaba con cada degustación pero el cava era el mismo y, sin embargo, experimentaron diferentes sabores. Tal y como ella misma sostiene, "todos los sentidos interaccionan entre sí, como si en realidad fueran uno único."

4. También hay neuronas fuera del cerebro

Desde que el primer Nobel de Medicina español, Ramón y Cajal, contribuyera a la ciencia con su "doctrina de la neurona", se ha pensado que este tipo de células sólo se albergan en el cerebro. Sin embargo, recientes investigaciones apuntan a otras zonas del cuerpo en las que han sido localizadas. Así, la mayor concentración de neuronas fuera del seso se produce en el sistema nervioso autónomo de la médula espinal, algo razonable si se considera que la médula conecta este órgano con todo el cuerpo.
Tal vez sea más llamativo saber que tenemos un cerebro abdominal (como se conoce al sistema nervioso entérico) que regula la función intestinal y, al igual que el cerebro, dispone de neuronas especializadas en diferentes funciones (registrar sensaciones y estímulos, controlar los movimientos de los órganos del sistema digestivo e intercomunicar unas zonas con otras).
Otro órgano que cuenta con estas células es el corazón. Se estima que alberga unas 40 mil neuronas y que posee una compleja red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo que forman un sistema nervioso independiente. Por ello, el corazón es el único órgano que envía más información al cerebro de la que recibe. También es capaz de influir en nuestras percepciones y reacciones y de equilibrar nuestro estado emocional.
Por otro lado, su campo electromagnético es 5.000 veces más intenso que el del cerebro, y puede extender esta energía entre dos y cuatro metros en torno al cuerpo. Por lo que todo cuanto nos rodea conecta con la energía de nuestro corazón.

5. El 'neuromito': sólo utilizamos un 10% del cerebro

En el libro Neuromitos en Educación (2015), Jesús C. Guillén hace un recorrido histórico sobre las publicaciones científicas que han podido originar la creencia que afirma que sólo utilizamos un 10% de nuestra cerebro. Para desmontar este "neuromito", contrasta esta información con la que aportan los nuevos estudios.
Gracias al desarrollo de la tecnología aplicada a la neurociencia, se ha podido analizar en vivo la actividad de las diferentes áreas cerebrales, observándose que en cada acción o pensamiento se produce una compleja red de sinapsis neuronales que activan varias de estas regiones. Además, se sabe que este pequeño órgano, que pesa en torno al 2% del cuerpo humano, consume alrededor del 20% de su energía, lo que indica su potencia y uso integral. Tal y como afirma Guillén, "la neurociencia ha demostrado que utilizamos el 100% de nuestro cerebro, lo que nos queda por delante es aprender con él".

6. Un cerebro nuevo cada día

En 2014, un equipo de investigadores del Instituto Karolinska (Suecia) analizó las masas de carbono-14 de las células del hipocampo de cerebros de sujetos adultos. Cconcluyeron que cada día se generan 1400 neuronas nuevas.
Esto choca contra la creencia general que sostenía que dicho órgano sólo genera neuronas en la etapa infantil. Tal capacidad de regeneración se llama neurogénesis y a medida que se envejece se ralentiza, por lo que la neurogénesis de una persona de 18 años será mayor que la de otra de 67.
Por otra parte, se ha demostrado que nuestra conducta puede cambiar las estructuras neuronales de nuestro cerebro. El psicólogo Donald Hebb explicó el comportamiento por el que se relacionan células de ese órgano, y llegó a la conclusión de que "las neuronas que se disparan juntas permanecen conectadas", lo que quiere decir que con cada acción o pensamiento el cerebro procesa la información a través de cadenas neuronales que, una vez formadas, quedan ahí. Por eso es más fácil reproducir algo que ya está en nuestra cabeza que crearlo de nuevas.
Nuestras acciones generan unas estructuras cerebrales determinadas. Según cómo sea nuestra experiencia potenciaremos un cerebro particular. Por ejemplo, en el año 2000, un grupo de científicos británicos demostró que los taxistas de Londres tienen su hipocampo (área de la memoria) mucho más desarrollado que el resto de las personas.
Además, por si esto fuera poco, también se ha demostrado que el acto de pensar provoca cambios fisiológicos en el cerebro. Este fenómeno de comunicación neuronal flexible recibe el nombre de neuroplasticidad, y cada uno de nosotros tiene la capacidad de crear nuevas conexiones neuronales en base al aprendizaje, cambiando de hábitos para buscar nuevas experiencias. En pocas palabras y basándonos en todos estos hallazgos, se puede afirmar que cada día podemos tener un cerebro nuevo.

Verdadero amor es paciente

Quien ama de verdad, sabe ser paciente. Y no digo quien quiere, porque el querer tiende a ser impaciente, mientras que el amar sabe esperar por el bien del otro. No es lo mismo lo que significa un “te quiero” (para mí…) que un “te amo”.
Y también, quien es paciente para bien, sabe amar.
Amor y paciencia son dos de los grandes ingredientes de la transformación humana.
Cuando alguien planta un árbol pensando en los que gozarán de su sombra y frutos, ama y es paciente. Su esfuerzo se centra en el bien futuro de los que gozarán de esa semilla que hoy se introduce en la tierra y es regada por primera vez.
Cuando alguien persevera y lo que le mueve frente a la adversidad es el legado que puede dejar a los que vendrán, ama y es paciente.
Nuestros abuelos, los que vivieron guerras mundiales y civiles; el terror, la desgracia, la injusticia, el hambre y la penuria y, a pesar de ello, lo dieron todo de sí tras el sufrimiento y trabajaron con denuedo para que sus hijos, nietos y demás descendientes disfrutaran de un confort y bienestar que ellos ni podían imaginar, amaban y eran pacientes.
Sí, quien ama de verdad practica la paciencia; si me permitís el juego de palabras, la paz-ciencia, la ciencia de la paz.
Giacomo Leopardi, poeta y filósofo italiano del s. XIX dejó escrito este bello pensamiento: “La paciencia es la más heroica de las virtudes, precisamente porque carece de toda apariencia de heroísmo.” Y es cierto. También quien ama de verdad carece de toda apariencia de heroísmo.
Amor y paciencia son dos ingredientes que nos elevan, que nos unen, que tienden a purificar ambientes, vínculos y existencias.
Quién no recuerda a aquel abuelo o abuela que, con deliciosa paciencia y amor, nos enseñaba a atarnos los cordones de los zapatos, las tablas de multiplicar, a jugar a la Oca o al parchís, a leer nuestras primeras frases o a cuidar el huerto.
Si hiciéramos de éste un mundo más paciente, viviríamos más los frutos del amor.
Si amáramos más, no tendríamos tantas urgencias que, demasiadas veces, nacen del miedo, o del ego, que es lo mismo…
Feliz, amante y paciente semana.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Deja de Permitir que te arrastren en discusiones



1. Deja de permitir que las personas te arrastren en discusiones innecesarias.

– Nunca pierdas tu tiempo tratando de darte a entender a personas que han demostrado que están comprometidas con no entender tus puntos de vista. Y no definas tu inteligencia o autoestima por el número de argumentos que has ganado, sino por el número de veces que has dicho “esta tontería es innecesaria y no vale la pena gastar mi tiempo en esto!”

2. Deja de permitir que las personas te contagien su negatividad.

– El positivismo es una elección. Elije con cuidado, sé lo suficientemente inteligente como para alejarte de la negatividad que te rodea, ya que nunca será digna de tu tiempo, nunca.

3. Deja de permitir que la gente te haga sentir avergonzado de tus cicatrices.

– Las cicatrices nos recuerdan que nuestro pasado es real, y que hemos crecido gracias a ellas. Cada cicatriz tiene una historia, no tengas miedo de contarlas ni de llevarlas contigo.

4. Deja de escuchar a los que te reprenden por tus honestos errores.

– Para crecer fuerte y sabio, debes tener el coraje de cometer errores. Permítete ser un principiante, nadie comienza siendo excelente.

5. Deja de permitir que otros te ciegan de TU verdad.

– Hoy en día, la única persona a la que debes tratar de ser mejor, es la persona que eras ayer. Ponte a prueba a ti mismo, no a los demás.

6. Deja de permitir que hayan personas que te intimiden.

– La intimidación ni el bullying son correctos, punto. No hay libertad en la tierra que le dé a alguien el derecho de atacar lo que eres como persona. Lamentablemente, algunas personas simplemente no serán felices hasta que hayan tirado tu ego al suelo y lo hayan pisoteado. Lo que tienes que hacer, es tener el coraje de defender tu posición. No les des ninguna libertad, nadie tiene el poder de hacerte sentir inferior a menos que tu les des ese poder.

7. Deja de permitir que tus amigos te sean desleales.

– ¿Qué es ser un amigo de verdad? Alguien que te ama tal como eres, pero que aún así te ayuda a ser una persona mejor. Sé un verdadero amigo para los demás y mantén cerca de ti, sólo a las personas que consideres tus verdaderos amigos.

8. Deja de permitir que las mismas personas te mientan una y otra vez.

– Si alguien te engaña una vez, la culpa es de ellos. Si alguien te engaña dos veces, la culpa es tuya. Si descubres a alguien mintiendo, habla, convérsalo. Algunas personas van a mentirte en varias ocasiones con el esfuerzo vicioso de conseguir que repitas sus mentiras una y otra vez hasta que efectivamente se conviertan en realidad. No participes en sus tonterías, no dejes que sus mentiras sean tu realidad.

9. Deja de permitir que la gente se aproveche de ti.

– A veces las personas no se dan cuenta de las cosas que hacemos por ellos hasta que dejamos de hacerlas. Esto no está bien! date cuenta de esto. Te mereces algo mejor, mereces estar con personas que te hagan sonreír, amigos que no te den por sentado, sino amigos que nunca te dejarán botado.

10. Deja de permitir que la gente te trate como su segundo plan.

– No te conformes con estar simplemente en el tiempo de inactividad de alguien, tiempo libre, tiempo parcial, o en “algún” momento que puedan. Si esas personas no pueden estar ahí para ti cuando más los necesita, no vale la pena tú tiempo.

11. Deja de permitir que las personas equivocadas se metan en las relaciones entre tú y las personas correctas.

– No dejes que las personas que se niegan a quererte como eres te alejen de la gente que más te ama. Pasa más tiempo con aquellos que hacen que tu mundo sea un poco más brillante, simplemente por estar en el. Algún día, o te arrepentirás de no haberlo hecho, o vas a poder decir, “me alegro de haber tomado esta decisión.”

12. Deja de permitir que las personas odiosas te motiven a odiarlos de vuelta.

– Como dijo Gandhi, “ojo por ojo y el mundo acabará ciego.” Sin importar cuán despreciable ha actuado otra persona, nunca dejes que el odio se construya en tu corazón. La lucha contra el odio con odio, sólo hace que te duela más. Cuando decides odiar a alguien, automáticamente comienzas a cavar dos tumbas: una para tu enemigo y una para ti mismo.

13. Deja de permitir que las personas dejen rencor en tu mente.

– Recuerda, el primero en pedir disculpas es el más valiente. El primero en perdonar es el más fuerte. El primero en salir adelante es el más feliz. Siempre.

14. Deja de permitir que las personas utilicen tu pasado para envenenar tu presente.

– La vida es demasiado corta como para seguir luchando con las cosas del pasado y con la gente que se niega a dejarlo ir. Algunas personas no pueden soportar que estés saliendo adelante con tu vida, por lo que tratarán de arrastrar tu pasado y recordártelo. No los ayudes reconociendo su comportamiento, tú sólo sigue hacia adelante. Practica la aceptación y el perdón, el primer paso a la felicidad es dejar ir el pasado.

15. Deja de permitir que la gente te convenza que cambiar es algo malo.

– Las cosas que no podemos cambiar, a menudo, terminan cambiándonos a nosotros mismo. Este cambio sucede por una razón. No te preocupes, no va a ser fácil pero valdrá la pena al final.

No a las Relaciones Toxicas

‘¿Qué son las relaciones tóxicas?’

Y como a mí siempre me ha gustado lo simple, y más cuando se trata de dar una respuesta, sin más pensar le respondí:

‘Aquella relación que no te sienta bien como persona, y revuelve tu alma’.

Y Teresa continuó insistiendo, ‘Vale, pero porque no me pones algún que otro ejemplo’. Pues ahí van algunos:
El/la cotill@ de la oficina. La persona que habla mal de los compañeros de trabajo a sus espaldas, e impide que se multipliquen las sinergias entre colegas.
El/la ex que te llaman por sexo. Solo por desahogo, y a ti no te apetece ser el objeto del deseo de alguien que ya no está en tu vida.
El saco de la tristeza. Cuando los demás te utilizan como su basurero emocional, te transmiten todas sus emociones negativas, y te las acaban contagiando.
El/la que quieren decidir tu vida por ti. Aquella persona ‘metomentodo’, algunas veces pueden ser los padres, la pareja, los amigos, el jefe, los compañeros de trabajo. Sí, pueden ser las personas más cercanas.
Especialmente el/la  amig@/enemig@.  La amistad ambigua, donde no existe una relación cordial, solo es un paripé y no te decides a romper.
El/la amig@ poco brillante. Y ‘chupa’ de tu esfuerzo, dedicación y éxitos.
El/la intrigante. El que crea situaciones de enemistad entre otros con mentiras.
La mala influencia. El que corrompe tus principios, el que te empuja al abismo.
El/la folloner@. Cuando alguien se mete en líos y sin quererlo te afecta a ti.
El/la que se escaquea de pagar. Ya me entendéis.
El/la envidiosa. No tiene vida propia y quiere estropear, menguar la tuya.
El/la criticón/a. El que se mete a juez, de lo que está bien y lo que está mal.
El/la amargad@. Y te acaba dando la noche o el día con sus lloros y lamentaciones.
El/la de la puñalada por la espalda. Ya sabes, los rencorosos y cobardes.
El/la competidor/a. Siempre se está midiendo porque su autoestima depende de su éxito aparente.

Y otras  que pueden ser aún más  tóxicas y venenosas… ¡Reconócelas!

Y después de esta retahíla de ejemplos, continuamos con la sesión de coaching, y volvío a la carga con otra pregunta:

‘¿Y cómo no sucumbir a las relaciones tóxicas?

 Aprender a decir NO. Así de simple.
Teniendo una autoestima elevada. Tú no necesitas las opiniones de los demás, sabes lo que quieres.
Basando tu conducta y relaciones en principios, y no en oportunidades y circunstancias.
Sabiendo identificar la toxicidad de las relaciones ¿Cómo?
Aquella persona que no escucha, que su conversación se convierte en un monologo.
La que siempre se auto referencia ‘Los YO y YO’
Los que desgastan tu energía y te entristecen.
Los que te humillan, te infravaloran y mingonean.
Por su actitud intolerante y demagógica.
Los que están siempre conspirando para que las cosas salgan mal.
Aún más simple: Los que te tocan las narices, y no te permiten alcanzar tus sueños.

Las Fortalezas de Marzo 2016

Cada mes hemos de centrarnos en algunas FORTALEZAS.
Concvertir las FORTALEZAS en un habito es el RETO
Que FORTALEZAS voy a convertir en hábito el mes de Marzo de 2016
- La amabilidad
-La dulzura
-La cooperación
-La concordia
-La misericordia
-La aceptación
-La gratitud
-la humildad
-generar confianza

domingo, 20 de marzo de 2016

Que es la Felicidad una manera de hacer y de sentir!

Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania, pionero de la Psicología Positiva, propuso una teoría del bienestar –una descripción de lo que significa la felicidad– a partir de decenas de investigaciones, en la que lo describe como un constructo con cinco elementos. Cada uno de estos contribuye al estado de felicidad y tiene tres propiedades: favorece el bienestar, las personas lo buscan como fin en sí mismo (otorga placer o sentido a la vida) y se pueden medir independientemente de los otros elementos. Hagamos un breve repaso de estos cinco elementos:
  • La emoción positiva. Esto es el placer, el éxtasis, la comodidad y el aspecto más hedónico de la vida (por ejemplo, lo que nos produce la comida, el sexo, descansar, mirar la televisión, sentir el agua caliente de la ducha caer en el cuerpo). La mayoría de las personas suelen asociar esto a la felicidad y, sin embargo, es solo un aspecto.
  • El fluir (flow). Es un estado psicológico específico que experimentamos cuando hacemos una tarea que nos apasiona (conversar con un amigo, practicar un deporte o jugar en la computadora). Durante esas actividades suceden sobre todo dos cosas: una es que perdemos la noción del tiempo; la otra cosa es que perdemos noción de nosotros mismos. Esto sucede porque baja la ansiedad y el estado de alerta. Para que exista el flow tiene que haber un desafío u objetivo, que no sea muy grande, porque nos abrumaría, ni un desafío muy bajo, porque nos aburriría.
  • El sentido. Este resulta de hacer una tarea significativa por los demás, desde pasar tiempo con la familia hasta involucrarse en una ONG o ayudar al prójimo en el día a día. Significa encontrar un sentido o proposito a la vida más allá de uno.
  • Los logros, el éxito y la experticia. Esto, sin dudas, es algo que ocupa la mente de muchas personas durante gran parte del día. Como ya vimos, ciertos logros no traen necesariamente el aumento de felicidad que se espera, aunque la ciencia encontró que hay personas para las cuales sí funciona y es porque pueden venir acompañados, aunque no siempre, de emoción positiva, flow y sentido.
  • Relaciones positivas. El estudio más largo de la psicología es de la Universidad de Harvard y se trata justamente sobre la felicidad. Se hicieron encuestas a distintas personas cada dos años para ver qué circunstancias y actitudes hacía que mejorara o empeorara su calidad de vida. Los resultados del 2015 (qué reúne los resultados de los 75 años) arrojaron que uno de los factores más importantes es cuánto disfrutaban de las relaciones más íntimas.
Somos animales sociales, por lo cual las cosas que más nos dan sentido, flow, placer, orgullo y confianza suelen involucrar a otras personas. Sonja Lyubomirsky, profesora de la Universidad de California en Riverside, ha dedicado su carrera a medir científicamente el impacto de distintas estrategias y tareas en el aumento de la felicidad. En su libro La ciencia de la felicidad resume un programa específico para aumentar la felicidad duradera. Según las investigaciones, a partir de estudios que comparan gemelos y mellizos, aproximadamente un 50% de la felicidad de una persona suele deberse a predisposiciones genéticas. Estos estudios muestran que las influencias genéticas generan personalidades con distintos niveles de optimismo, alegría, neurosis, extroversión, etc.
Un 50% de la felicidad de una persona suele deberse a predisposiciones genéticas
Por lo tanto, todos solemos desarrollar personalidades que tienden a más o menos al bienestar, ya que deben existir ciertas condiciones ambientales para que los genes se pongan de manifiesto. Por otro lado, un 10% de nuestra felicidad puede ser mejorada por la circunstancias de la vida que vimos anteriormente como ganar más dinero o conseguir un logro profesional (mucho menos de lo que nos hubiéramos imaginado, ¿no?). El 40% restante está influido por las intenciones y la voluntad, la manera de encarar la amplia variedad de cosas que nos suceden en el día y en la vida: la voluntad de ver positivamente las cosas, de hacer las tareas que incrementan el flow y ayudan a los demás.
En relación a esto, Lyubomirsky esboza una serie de actividades que han probado aumentar el nivel de felicidad cuando son practicadas frecuentemente. Por ejemplo, como dijimos al principio, en vez de preocuparnos sobre qué nos falta o qué nos puede pasar, debemos pensar por qué cosas estamos agradecidos. La biología seleccionó animales con una fuerte dosis de ansiedad y preocupación, ya que aquellos que más intentaban anticipar los riesgos del mundo más sobrevivían. Los avances de la medicina, de la tecnología y de la psicología deberían permitir comenzar a relajarnos y disfrutar de lo que conseguimos hasta acá. El ejercicio físico también es fundamental, ya que reduce el estrés. El estudio longitudinal de Harvard mostró que el 78% de las personas más felices dicen que ejercitan por lo menos tres veces por semana. Los deportes además pueden ser una fuente para construir un sentido de pertenencia a un grupo y un factor para desarrollar confianza. Sin duda, entrenar el cuerpo sirve para entrenar la mente. Por último, otra habilidad a entrenar es el optimismo: tiene que ver con pensar que uno es suficientemente bueno e inteligente y que, además, está aprendiendo, por lo que hay espacio para cometer errores. Este optimismo, a su vez, lleva a que efectivamente logremos mejores resultados. Desde los estudios neurocientíficos también se plantea la relevancia de vivir con alegría y así trabajar en pos de modular nuestra propia neuroplasticidad dirigida hacia la felicidad.
Un cerebro infeliz es un cerebro menos inteligente, menos creativo y menos productivo. La felicidad, además, es un factor de protección contra enfermedades de diversa índole: los niveles más altos de emociones positivas se asocian a menores posibilidades de ansiedad o depresión asociados al estrés. Las personas, cuando se sienten bien, se enferman menos, viven más y tiene una mejor calidad de vida. Hagamos de la felicidad un ejercicio cotidiano.
Facundo Manes es neurólogo y neurocientífico (PhD in Sciences, Cambridge University). Es presidente de la World Federation of Neurology Research Group on Aphasia, Dementia and Cognitive Disorders y Profesor de Neurología y Neurociencias Cognitivas en la Universidad Favaloro (Argentina), University of California, San Francisco, University of South Carolina (USA),

La Gratitud un valor clave

Gracias!  Esta palabra probablemente fue una de las primeras que usted dijo.  En prácticamente todos los idiomas, “gracias” es parte del vocabulario básico. Con excepción de aquellos que tienen deficiencias auditivas o verbales, no es difícil pronunciarla. Pero hay mucha dife­rencia entre tener la capacidad de decir “gracias” y tener realmente un corazón agradecido. ¿Qué lugar ocupa la gratitud en su lista de virtudes cristianas?
En un repertorio que debería incluir cosas como fe que mueve montañas, obediencia radical, longanimidad paciente y el sacrificio de la segunda milla, para muchos, la gratitud es como un comple­mento opcional. Agradable si se la puede recibir, pero sin ninguna incidencia en el buen desarrollo de la vida.
Si en nuestra mente hubiera una escala de A, B y C de las carac­terísticas cristianas, es probable que la gratitud ocupe uno de los niveles más bajos, junto a la hospitalidad, el entusiasmo y asistir a la iglesia los domingos a la noche. Pensamos que la gratitud podría estar incluida en los modelos de lujo, pero que definitivamente no se incluye en el paquete básico, ni siquiera en la misma categoría de esas otras piezas más importantes de cristianos fuertes.
Y sin embargo… Este asunto de la gratitud es mucho más importante de lo que su ligera reputación sugiere. Lo que al principio parece ser una peque­ña piedra preciosa que hace juego con nuestros objetos más refina­dos, en realidad es un componente mucho más grávido, poderoso y necesario, para nuestra vida cristiana. Por ejemplo, trate de mantener una fe constante —sin gratitud— y con el tiempo su fe habrá olvidado cuál es la esencia de su devoción, y se convertirá en una práctica religiosa ineficaz y hueca. Trate de ser una persona que irradie y muestre amor cristiano —sin gratitud— y con el tiempo su amor chocará fuertemente contra las escarpadas rocas del desánimo y la desilusión. Trate de ser una persona que dé de sí sacrificialmente —sin que la ofrenda vaya acompañada de gratitud— y descubrirá que cada gramo de gozo se pierde por entre las grietas de su complejo de mártir. Como dijo una vez el pastor británico gratitud no es un John Henry Jowett: “Cada virtud separada de gratitud está lisiada y camina con dificultad por la senda espiritual”.
La verdadera gratitud no es un ingrediente casual. Tampoco es un producto aislado, algo que en realidad nunca interviene en la vida y que cómodamente niega la realidad fuera de su propia pequeña isla feliz en algún sitio. No, la gratitud tiene mucho que hacer en noso­tros y en nuestro corazón. Y es uno de los medios principales por los cuales Dios inyecta gozo y optimismo a las luchas diarias de la vida.
Alabanza o queja
La importancia de la gratitud difícilmente pueda exagerarse. He llegado a creer que pocas cosas son más apropiadas en un hijo de Dios que un espíritu agradecido. Del mismo modo, probablemente no haya nada que haga a una persona menos atractiva que la falta de un espíritu agradecido.
He aprendido que en cada circunstancia de mi vida, puedo deci­dir responder de una de las siguientes maneras:  Me puedo quejar o ¡Puedo alabar! Y no puedo alabar sin dar gracias. Simplemente no es posible. Cuando decidimos alabar y dar gracias, especialmente en medio de circunstancias difíciles, hay una fragancia, un brillo que mana de nuestra vida que bendice al Señor y a los demás.
Por otro lado, cuando sucumbimos ante la queja, la murmuración y la lamentación, terminamos en un tobogán destructivo que finalmente conduce a la amargura y a la ruptura de relaciones.
 Las consecuencias de un espíritu desagradecido no son tan visibles como, por ejemplo, las consecuencias de una enfermedad contagiosa. Pero no por ello son menos mortales. La civilización occidental ha caído presa de una epidemia de ingratitud. Como un vapor venenoso, este sutil pecado está contaminando nuestras vidas, nuestros hogares, nuestras iglesias y nuestra cultura.
Un hombre o una mujer agradecidos son un aliento de aire fresco en un mundo contaminado por la amargura y el descontento. Y la persona cuya gratitud es el producto derivado de una respuesta a la gracia redentora de Dios, mostrará la verdad del evangelio de un modo atractivo y convincente.
 De modo que, a menos que a usted le encante sentir que el deber lo despierta a las tres de la mañana, o le arruina los planes para su día libre, o le entrega una factura inesperada que no estaba en su presupuesto del mes, no trate de vivir la vida cristiana sin gratitud. Por pura fuerza de voluntad y esfuerzo, usted podría “hacer de tripas corazón” para tener una buena respuesta, pero su cristianismo (pre­sunto) será hueco, riguroso y poco atractivo para los demás.
 El poder de la Gratitud
 Cuando el promotor inmobiliario Peter Cummings asumió su posición como presidente de la Orquesta Sinfónica de Detroit en 1998, comenzó a enviar tarjetas de agradecimiento a cada contribuyente que donaba $500 o más a la orquesta. No podía soportar la idea de que uno de los patrocinadores de la sinfónica recibiera una carta mo­delo con su nombre mal escrito accidentalmente, o que uno de sus amigos recibiera un agradecimiento general con el sello de la firma de Peter.
Entre la multitud de cartas que pasaban por sus manos había una dirigida a Mary Webber Parker, hija de una de las familias líderes de Detroit de una generación anterior y heredera de la fortuna de los grandes almacenes Hudson. Ella se había mudado de Detroit hacía muchísimo tiempo, se había radicado en California y ahora había enviudado; de modo que residía en un asilo de ancianos lujoso en las afueras de Hartford, Connecticut.  Y por alguna razón, ella había decidido enviar una donación úni­ca de $50.000 a la sinfónica de su ciudad natal.
La tarjeta que Peter le envió a Mary era, como de costumbre, so­lícita y amable… e inesperada. Debe haber sido emocionante para el corazón de esta anciana viuda (que solo había regresado a Detroit dos veces en los últimos veinte años) escuchar acerca del resurgimiento de la orquesta, en parte, hecho posible por su generosa contribución.  Dos semanas más tarde, ella envió otra donación de $50.000.
A los pocos días, Peter le volvió a escribir para expresarle su in­mensa gratitud y prometerle que algún día que estuviera por allí la iría a visitar. Él tendría que viajar desde Michigan para llevar a su hija a matricularse en la universidad de Hartford el otoño siguiente. Pero no tenía intenciones de que la Sra. Parker participara de la campaña de donación anual; “sin ninguna obligación”, como se dice en los círculos de recaudación de fondos. Era sencillamente un intento amable y personal de decirle gracias.
Pasaron los meses. Y luego, en una carta fechada el 13 de junio, Mary Webber Parker aceptó que Peter la fuera a visitar en el otoño. Y si le parecía bien, haría una donación, pero esta vez no de $50.000, sino de $500.000 para la sinfónica de Detroit.  No solo una vez, sino una vez al año durante cinco años.  ¡Dos millones y medio de dólares!
 No por obligación. No por coerción. No porque no tuviera suficientes aspirantes que hicieran lo imposible para persuadirla como benefactora.  Ella lo hizo porque alguien fue agradecido. Genuinamente agra­decido.  Ese es el poder estimulante de la gratitud; el poder que ventila el aire viciado de la vida diaria.
 El deseo de nuestro corazón
 No obstante, me sorprendería pensar que usted podría despertarse esta mañana y decir: “¡Dios mío! Si solo pudiera ser una perso­na más agradecida, mi vida sería mucho mejor”. La falta de gratitud raras veces se plantea como la raíz de nuestros problemas.Sin embargo, no me sorprendería saber que últimamente ha es­tado pensando: “Estoy cansada de que mi esposo sea tan desconsiderado conmigo. Yo me desvivo por satisfacer sus necesidades, pero él me da muy poco a cambio. Quisiera que tan solo una vez se detuviera a pensar que hay otras personas además de él en esta casa que tienen necesidades”. O tal vez: “Siempre he esperado que mis padres se disculparan por haberme colocado en la situación de un niño abusado. Un simple ‘lo siento’ hubiera bastado. Pero todo lo que siempre obtuve fueron excusas y justificaciones; siempre han echado la culpa a los demás. Solo quiero que se interesen por mí. Quiero que reconozcan cuán difícil ha sido vivir con esta realidad y cuánto me ha costado. ¿Por qué no se pueden dar cuenta de esto?”.  O: “Sinceramente, ya ni siquiera estoy seguro de lo que creo. He perdido todo deseo de orar, leer la Biblia o servir al Señor como lo hacía. Ya no me interesa. Y asistir a la iglesia es una obligación. Con todo ese celo espiritual que solía tener; la gente debió haber pensado que estaba loco. Tal vez, lo estaba. Pienso que todos estarían mucho mejor si simplemente no tuvieran falsas esperanzas de que Dios cum­plirá todos sus deseos”.
 No es necesario que diga que la vida nos trata mal. Si no es uno de esos pocos ejemplos que di, es un niño difícil, un empleo frustrante, un problema médico grave (o tal vez solo sospechas), un problema con un familiar político que no tiene solución. Podría ser un bajo nivel de solvencia económica, una alteración del sueño, un hábito pecaminoso persistente, o tal vez algo que suele alterar la vida tanto como un largo y extenso divorcio.
 Pequeñas. Grandes. Prolongadas. Cotidianas. Hay muchas cosas acerca de nuestras experiencias de vida individuales que ocupan nues­tros pensamientos, alimentan nuestros temores y añaden a nuestras preocupaciones. Ya sea que estemos conduciendo en nuestro auto­móvil hacia alguna parte, o estemos tratando de dormir una siesta, o intentemos prestar atención al sermón del pastor, toda esta “miseria” nos envuelve como una telaraña que no nos podemos sacar de encima.
Intentamos de todo para solucionar estos problemas. Defende­mos nuestra posición en contra de las personas que más nos hacen sufrir en la vida. Buscamos el apoyo moral que necesitamos para exteriorizar nuestras quejas y molestias. A veces nos hundimos en patrones de evasión, con el simple fin de tratar de no pensar en ello. Nos dedicamos a trabajar en un intento por evitar tener que abordar problemas más importantes.
Pero es muy probable que pese a cómo tratemos de hacerles frente a la dificultad y la decepción, debajo de todo ello hay un grito interno que nos impide a muchos de nosotros experimentar lo me­jor de Dios en nuestra situación. Con las promesas de Dios aún en vigencia —incluso en medio del dolor y las dificultades— con su paz y su presencia todavía disponibles para aquellos que confían en Él, muy a menudo decidimos buscar nuestro consuelo en estas palabras lastimeras: “¿Por qué justo a mí?”
¿Cuán a menudo ha caído en estas ásperas quejas, con la espe­ranza de extraer suficiente fortaleza para proteger su corazón de un peligro y daño mayores?  “¿Por qué es tan dura la vida?”.  “¿Por qué las otras personas no pueden ser normales?”.  “¿Por qué me tuvo que pasar esto a mí?”.  “¿Por qué nadie me ama por lo que soy?”.  “¿Por qué Dios no responde mis oraciones?”.  “¿Por qué tengo que vivir así de solo?”.  “¿Por qué la Biblia no me habla a mí como les habla a ellos?”.  “¿Por qué este problema parece no tener fin?”.  “¿Por qué no tengo otra alternativa que aceptar esto?”.  “¿Por qué a mí?”
 Sentirse traicionado. Sentirse excluido. Sentirse inferior… maltratado… subestimado. Como un remolino que gira en círculos interminables, que nos hala y nos lleva hacia abajo con cada arrebato de  autocompasión, nos hundimos más y más en nuestros problemas.  Nos alejamos de Dios con ingratitud.
 “Las personas me dicen que mantenga la cabeza en alto. Me dicen que esto solo durará una etapa. Pero esta ‘etapa’ de la vida se ha ex­tendido demasiado. Y todavía no veo ningún final cercano”. “Usted me dice que sea agradecido, Nancy. Pero usted nunca estuvo en mi situación. Si tuviera una idea de lo que he estado atrave­sando, no se apresuraría tanto a decir eso”. “Estoy tratando de aceptar lo que me está sucediendo, estoy aprendiendo a vivir con ello. ¿Pero tener gratitud? ¿Está diciendo que tengo que disfrutar de esto?”
Le aseguro, estimado amigo, que si todo lo que tuviera que decir­le fueran dulces banalidades acerca de la gratitud, ni siquiera trataría de responder a declaraciones tan reales como éstas. Si todo lo que nuestra fe tuviera que ofrecer fueran palabras que solo caben en un servicio religioso o un libro de texto religioso, sería insensible por mi parte expresárselas a alguien que está luchando por sobrevivir.
Pero la verdadera gratitud, centrada en Cristo y motivada por la gracia estilo de vida bíblico, cabe en todo momento, aun en los momentos y las situaciones difíciles más desesperantes de la vida. Aun cuando no hay “respuestas”, nos da esperanza.  Y transforma a los luchadores más abrumados en conquistadores victoriosos.
La parte más importante de la Gratitud
El concepto de la gratitud no se ha perdido completamente en nuestro mundo. Solo hace falta caminar por una tienda de tarjetas en un centro comercial para ver muchos productos en los estantes, decorados con margaritas y colores pastel, que nos motivan a ser agradecidos. Los mensajes de estas tarjetas son inspiradores y se puede apreciar el alivio y solaz que ofrecen en medio de los diversos cambios de la vida.
Pero de alguna manera, muchas de estas expresiones de gratitud parecen más propias de una reunión para tomar el té en nuestra casa, que de la conmoción y confusión de la vida que usted y yo conocemos demasiado bien.  Como puede ver, la gratitud es mucho más que flores color pastel y páginas de un diario personal.
La gratitud es un estilo de vida. Un estilo de vida bíblico, difícil y motivado por la gracia. Y aunque en cierto sentido todos pueden ser agradecidos —pues Dios ha extendido su gracia general a todos— la verdadera gloria y el poder transformador de la gratitud están reservados para aquellos que conocen y aceptan al Dador de cada buena dádiva y que son receptores de su gracia redentora.
–Extracto tomado del libro En la quietud de Su presencia por Nancy Leigh DeMoss. Una publicación de Editorial Portavoz. Usado con permiso.

domingo, 13 de marzo de 2016

La Autoestima la confianza en ti Mismo

Ways To Build Your Teenager’s Self-Esteem

Often without thinking about it, parents fortify their youngsters’ self-esteem every day, whether it’s by complimenting them on a job well done, kissing them good-bye (assuming they still allow it) or disciplining them for breaking a rule. But all of us have days when we inadvertently bruise children’s egos or simply miss an opening to make them feel good about themselves. Here are some easy ways to help instill self-esteem.

Be Generous With Praise

“We don’t tell our children often enough what they did right,” observes Dr. Adele Hofmann. Commend your child not only for accomplishments but for effort—including those times when it fails to bring the desired results. In addition, let’s encourage kids to feel proud of themselves. Pride should shine from within, not just in response to external approval.
Teens with low self-esteem may feel awkward accepting praise. If that’s true of your youngster, then hand out compliments frugally. Don’t slather on the praise so thick that it sounds insincere. Boys and girls have an internal radar that tells them when Mom and Dad are merely trying to make them feel good. If anything, it has an opposite effect.

Criticize When Necessary, but Constructively

But never in a hurtful or demeaning manner.
Instead of saying: “How could you have gotten that answer wrong on your chemistry test?”
Say: “You almost got the answer. With a little extra studying, I’m sure you’ll do better next time.”

Solicit Your Youngster’s Opinions

Teenagers have no shortage of them. Include him in everyday family decisions and implement some of his suggestions. What does he think about the new couch you’re considering for the living room? Adolescents love nothing better than to be treated like grownups, and they’re usually flattered anytime that you invite them into the adult world.

Encourage Youngsters To Cultivate Their Talents and Interests

Everybody excels at something. Everybody needs to excel at something. Let your child follow her passion, whatever it may be. Even interests that you may consider frivolous can provide opportunities for success and a safe outlet for peer acceptance. Sports is generally a popular arena for achievement among girls as well as boys. But what if your son’s talent is playing bass guitar in his heavymetal quartet “Marshmallow Bulldozer,” which rattles the walls of your basement every Saturday?
Support his hobby, provided that the band, or any other pastime, doesn’t interfere with more pressing responsibilities such as schoolwork. “Parents shouldn’t just say no to kids,” says Dr. Robert Blum of University Hospitals in Minneapolis. “They also have to say yes, to help them find positive ways of building self-esteem and exploring their self-identity.”
Performing at school dances could be a boy’s ticket to coolness, which just might enable him to avoid going to risky lengths in order to win friends’ approval. He may also pick up some valuable skills (musical proficiency not necessarily being one of them), such as how to work as part of a team, how to persuasively present creative ideas to a “committee” and so on.
Just be aware that like boy-girl infatuations, a teenager’s enthusiasm for a particular pursuit may be short-lived. Until your child demonstrates a serious commitment, you might want to hold off on buying expensive top-of-the-line equipment or lessons right away, be it ice-hockey gear, a pricey tutor for advanced calculus or an expensive racing bicycle. Some teens find fulfillment channeling their idealism into volunteer work. A study by the U.S. Department of Education found that of eight thousand students in grades six through twelve, about half had performed volunteer work during the academic year. When schools offered or arranged community service, about nine in ten youngsters took part. In some instances participation was incorporated into the curriculum, and therefore mandatory. But there were nearly as many “volunteens” from schools where community service was optional.
Kids want to feel valued not only by their families but by the greater community. “One way they feel validated is to have social roles that are meaningful and useful,” asserts Dr. Blum. “When kids perform community service, they receive positive feedback that makes them feel good about themselves.”
Dr. Diane Sacks, a pediatrician from Ontario, Canada, has seen this firsthand. She regularly steers some of her young patients to organizations seeking teenage volunteers. “It started when a center for the handicapped put out a call looking for kids to help lift and transport patients,” she says. “Two boys in my practice had told me that they needed to do community service for school credit. I volunteered them, and it was great for them. Many teenagers with low self-esteem find it very difficult to go out and get a job, but if they’re directed to a volunteer position, where the expectations may be less demanding and gratitude is expressed more openly, they flower.”
To an adult, teenagers’ starry-eyed idealism can seem laughably naive, as in “But there shouldn’t be any wars!” From experience, you probably appreciate that the world and human relations are far more complex than you ever imagined back when you were a youngster. Perhaps you can now see shades of gray where you once saw only black and white. Or maybe the years have had the opposite effect, sharpening the contrast. Whichever side of the political fence you’re on, isn’t an adolescent’s resolve to change the world refreshing in an increasingly cynical age? Let’s not stand in his way.

martes, 8 de marzo de 2016

Pedagogía Sistémica

En definitiva, la pedagogía sistémica es una nueva forma de mirar el acto educativo apoyándose en tres pilares o ideas básicas:
  1. Considerar a los alumnos como parte de un sistema interrelacionado, teniendo en cuenta que cualquier elemento disfuncional puede afectar al resto de elementos.
  2. Entender que los chicos y chicas tiende a ser muy profundamente leales al sistema al que pertenecen, constituyendo un impulso mucho más fuerte que cualquier propuesta que venga del exterior.
  3. Aprovechar el gran vínculo que los hijos tienes con sus padres para educarlos en valores como el diálogo, la búsqueda de consenso y el respeto a los demás.
  4. La Pedagogía Sistémica es una nueva forma de mirar el hecho educativo, esta orientada al aprendizaje de la vida desde el legado que las anteriores generaciones, nos han pasado a través de los padres.

    La Pedagogia Sistémica se apoya en:
    • Considerar a los alumnos como parte de un sistema interrelacionado (cualquier elemento disfuncional, puede afectar al resto de elementos). Los niños manifiestan lo que los padres no asumen, lo que esta en el ambiente pero no se dice, los pequeños lo captan y lo manifiestan.
    • Entiende que los hijos son profundamente leales al sistema al que pertenecen y esa lealtad constituye un impulso mucho más fuerte que cualquier propuesta que venga del exterior, constituyéndose en un freno o en una motivación en la adquisición de conocimientos...                                                                                    
    • Al temer en cuenta este profundo vínculo que los niños tienen con ambos padres, les  incorpora  como protagonistas indiscutibles de la educación. Conviertiendo la interrelación entre escuela y familia  en una característica fundamental de esta nueva mirada pedagogica.   
                                                                                                                                      
    La metodología que utiliza es fenomenológica, solo se atiende hechos concretos, es decir  se pasa de una dimensión conceptual a una vivencial.

    VÍDEO INTRODUCCIÓN A LA PEDAGOGÍA SISTÉMICA

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    • Qué es la Pedagogía Sistémica?
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