viernes, 12 de octubre de 2012

Fernando Parrado y Roberto Canessa


  • 40 AÑOS DE 'VIVEN'
    72 días en el infierno blanco
    JAVIER TORRES
    La historia de los 16 jugadores de rugby que sobrevivieron al accidente de avión en Los Andes.
  • Fernando Parrado y Roberto Canessa habían alcanzado, por fin, la cumbre de la montaña. A pesar del cansancio y los días sin comer, las ganas de huir de aquel infierno helado y blanco eclipsaban cualquier otro instinto primario. Ambos estaban convencidos de que tras esa montaña encontrarían zonas verdes, es decir, civilización. Hacía dos meses que su avión se había estrellado en la cordillera de Los Andes y, de los 45 pasajeros, algo menos de la mitad seguía con vida.
    Desgraciadamente, 'Nando' Parrado y su compañero Canessa encontraron tras la cumbre una sucesión de montañas nevadas que parecía no tener fin. Aquella decepción supuso un punto de inflexión en su naufragio rocoso. "En ese momento elegí cómo morir, miré a Roberto y le dije: 'o nos quedamos acá y nos morimos mirándonos a los ojos, o morimos caminando. Yo prefiero morir luchando'". Estas agallas acabarían siendo providenciales. "Fue la decisión más importante que tomé en mi vida: cómo morir", dice Parrado.
    La vida de los miembros del equipo de rugby uruguayo del Old Christian's Club de Montevideo había cambiado para siempre el 13 de octubre de 1972, día en el que se estrelló el avión en el que viajaban y en el que murieron doce personas. El resto -soportando temperaturas de treinta bajo cero- comprendió enseguida que aquello tenía muy mala pinta, ya que la ayuda no llegaba y la moral se minaba con la muerte de más pasajeros, como la madre y la hermana del propio Nando. Desde luego, tampoco levantó los ánimos que la radio anunciara que las autoridades habían suspendido la búsqueda del avión.
    A los supervivientes -apenas una veintena- ya solo les quedaba luchar por sí mismos para salir de allí con vida. Hacía tiempo que la comida se había terminado y, en un arrebato de supervivencia, alguien propuso lo que hasta entonces había sido tabú: comerse a los muertos. La necesidad se impuso y, con ella, el canibalismo, que probablemente era una minucia comparado con los aludes que sufrían a diario. A pesar de todas las vicisitures, tuvieron ánimo para celebrar cumpleaños como el de Nando.
    En la agonía, que ya duraba más de dos meses, a Nando le dio tiempo de acordarse de Dios, aunque ahora no esté orgulloso de ello: "Espero que Dios no se enoje, pero si le insulté tanto fue por las cosas que pasamos: avalanchas, precipicios, hambre, frío...".
    Para salir de aquel infierno los miembros del equipo de rugby tuvieron que esperar 72 días. Fue el ruido de un helicóptero el que puso fin a su calvario. Ellos no lo sabían, pero el aparato los encontró gracias a Nando y Canessa, que el día anterior habían pedido auxilio a unos hombres que habían visto lejos de donde acampaba el resto. "Fueron 72 días de absoluta condena, estábamos destruidos, enterrados en mitad de un glaciar", señala Nando.
    Con los años, la historia fue conocida en todo el mundo gracias a la película Viven, aunque -como señala Nando- el rodaje se convirtiera en una excursión al campo comparado con lo que vivieron los 16 del Old Christian's Club.

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