Hablamos de la importancia de escucharte y entender con un objetivo: saber lo que quieres en realidad.
Hablaba este fin de semana pasado con una amiga sobre una extraña sensación que le había embargado una noche, no hace mucho, contemplando el mar desde la terraza de su apartamento. Me contaba en susurros -siempre susurra cuando me cuenta algo realmente en serio- como ahí mismo, sentada en su tumbona de caña, tomando un té, sintió cómo la embargaba una especie de estremecimiento, de encogerse por dentro, una creciente sensación de nostalgia y a la vez de alegría, de pérdida pero a la vez de esperanzada felicidad. Dijo que era como sentir un "exceso de vida" al borde de perderla, una cosa maravillosa y terrible, como besar al chico que amas a los quince sin saber qué es lo que va a pasar.
Antes de que empecéis a preguntaros sobre los hábitos nocturnos de mis amigas y la cordura de mis fuentes os diré que esta chica es una mujer sobriamente casada, madre de dos niñas, farmacéutica profesional y no tiene nada que ver con la cultura ni las relajadas costumbres hippies. Lo que me estaba describiendo mi amiga es algo parecido al hechizo que definimos en la cultura anglosajona como haunt/haunted -hechizado, cautivo de un sentimiento- o la vivencia de lo que más de un autor español definiría como "duende". Lo que en realidad estaba viviendo mi amiga era un momento de conexión energética con las cosas y las vidas que la rodean, de comunicación plena con el mundo, con el universo, con su propia vida.
Muchas veces os habrá sobrevenido una experiencia o un sentimiento similar, normalmente por desgracia atribuido a nuestra excesiva emotividad o a nuestras hormonas, cuando realmente lo más probable es que lo haya hecho en momentos en los que estáis, aun sin saberlo, más abiertas y receptivas que nunca a la vida, a lo que os puede dar el mundo. Lo más seguro es que estéis en una fase en la que vuestros sentimientos se hayan volcado intensamente en algo o en alguien. O que simplemente hayáis completado un proceso de aprendizaje vital, de autorevelación; siendo éste muchas veces inconsciente, por ello solemos malinterpretar estos accesos de duende, de hechizo. No son más que llamadas de la vida a que seamos y hagamos lo que queramos ser y hacer en nuestra vida - esos ángeles bíblicos que señalaban el camino, que sembraban imperiosos sentimientos en el pecho de los iluminados.
Lorca decía que "el duende" camina al borde entre la vida y la muerte, que es la lucha creativa en estado puro, que hace sufrir al artista pero de ahí salen los más grandes tesoros de la creación. Y calificaba a Santa Teresa de "enduendada", afirmaba que había conseguido fundirse en un éxtasis místico con el todo. Lo que nos dice Lorca es que seamos manifestadores de lo que percibimos intuitivamente, en esa vibración de la vida y del universo que nos rodea y que a veces se nos revela en episodios como el que comentamos.
Mi amiga es una maestra manifestadora sin saberlo. Ella, en esos momentos, no se acongoja y se pone a llorar intentando huir de sus sentimientos; se calma y mira dentro de su corazón y de sus emociones. Me contaba cómo vivía sus trances espirituales -como ella los llama- y lo hacía con la sabiduría innata de una mujer mediterránea atenta a lo que la vida le puede dar y a lo que le está llamando a hacer. En el fondo de este hechizo hay doloroso pero placentero anhelo: "Echo de menos tener el hijo que nunca he tenido, estoy preparada"; "necesito espacio para un hombre a mi lado"; "tengo tanta energía dentro que he de plasmarla en ese trabajo que en el fondo deseo..." y puede estar diciéndonos muchas cosas. De este último hechizo salió con ciertas determinaciones, proyectos a realizar, gratitud que mostrar, y una renovada ilusión por la vida.
El duende, la vibración de la vida, la visualización energética que nos regala el mundo cuando estamos abiertas a él, es algo que debemos aprovechar. Hay veces que se traduce en episodios emocionales como éste, otras veces es algo más sosegado y uniforme. Sólo os estoy diciendo lo que os digo siempre: escuchaos, aprovechadlo para manifestar lo que deseáis, averiguadlo, meditad, descubríos. Si necesitáis ayuda para saber cómo hacerlo ya sabéis que os estoy esperando. Sed valientes, estad abiertas y creed en que lo que sentís es posible, es real.
Por la Dra Michelle Nielsen
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