'La generación instantánea' de Francesc Miralles
Publicado el 22 julio 2011 por JoanpiCON PRISA Y SIN PAUSA“Tanta urgencia tenemos por hacer cosas, que olvidamos lo único importante: vivir”. (Robert Louis Stevenson)La cultura de la impaciencia se empezó a gestar con la revolución industrial y ha llegado a su cénit esta última década. Con la implantación masiva de Internet y de la telefonía móvil, nos hemos acostumbrado a los resultados inmediatos. Escribimos el nombre de un restaurante en la ventanita de Google y antes de un segundo tenemos su ubicación exacta en el mapa. Mandamos un correo electrónico, y si no obtenemos respuesta rápida, llamamos para ver qué sucede.Según el psicólogo Miguel Ángel Manzano, “las nuevas tecnologías nos han construido un mundo virtual con el que nos relacionamos la mayor parte del tiempo; por tanto, cada vez estamos más acostumbrados a esos tiempos de reacción y cualquier cosa que se dilate demasiado nos molesta”.Nuestra generación exige resultados a cortísimo plazo. Pero ¿vivir así nos hace más felices?. ¿Dónde está el placer de la espera?. ¿Qué sentido tiene correr tanto cuando no sabemos hacia dónde queremos ir?.Antiguamente, la paciencia y la lentitud se consideraban virtudes capitales para hacer grandes obras, como copiar un manuscrito o edificar una catedral. De hecho, estudios modernos como el de Malcolm Gladwell y su ley de las 10.000 horas reivindican el tiempo y la dedicación como clave de la excelencia. La precipitación, en cambio, genera estrés, angustia y frustración. Tal como decía hace un siglo el escritor británico Chesterton, el problema de las prisas es que al final nos hacen perder mucho tiempo.
‘SPEED DATING’“Las grandes leyes de la naturaleza son: no corras, no seas impaciente y confía en el ritmo eterno” (Nikos Kazantzakis)La pasión por lo instantáneo explica el auge de fórmulas como el speed dating, en el que los singles disponen de siete minutos con cada persona en una multicita que les obliga a saltar de mesa en mesa. En cada minicharla, el emparejado/a debe decidir si va a marcar en la cartulina el nombre de quien tiene delante para un futuro contacto o bien termina aquí el encuentro.
LO QUE OCULTA LA CARRERA“La velocidad no sirve para nada si te dejas el cerebro por el camino” (Karl Kraus)Detrás de la generación Nespresso se oculta un problema de ansiedad generalizada. Corremos sin cesar porque no sabemos adónde vamos ni qué queremos hacer con nuestra vida. Como detenernos a pensar nos da miedo –existe el riesgo de descubrir que andamos perdidos–, entre una cápsula de experiencia instantánea y la siguiente, seguimos a la carrera.Sobre esto, el periodista José María Romera afirma que “la agitación que impera en nuestro tiempo deja poco espacio a la reflexión y al sosiego. Esperar es casi un acto heroico cuando la conducta más frecuente ante el rechazo o el fracaso es el abandono a las primeras de cambio. Sólo en la medida en que nos reconciliemos con la duración propia de cada cosa podremos obtener de ella el máximo beneficio”.Hay una serie de hábitos que nos permiten pasar de lo instantáneo al lento y placentero rugido de la cafetera de la vida. Algunos de ellos serían:Recuperar el hábito de esperar. Aunque haya cola en una tienda o parada del mercado, si es allí donde queremos comprar, no buscar una solución instantánea cambiando de lugar.Congelar los correos electrónicos conflictivos.Al menos 24 horas, ya que una respuesta instantánea y en caliente puede destruir en cinco minutos una relación edificada en años.Encargar un libro en la tienda del barrio. Como en los viejos tiempos, esperar su llegada una semana o dos aumentará la ilusión cuando lo tengamos en las manos.Ver películas de arte y ensayo. Contra la velocidad que imprime el cine comercial, revisitar películas europeas de los sesenta y setenta, o bien optar por la filmografía oriental, nos educa en un ritmo más calmado y reflexivo.Ejercitarnos en la espera y la lentitud tiene un valor adicional, ya que hay indicios de que el gran batacazo que ha supuesto para nuestro modo de vida la última crisis económica va a imprimir un giro radical al mundo.
EL FIN DEL ‘LOW COST’
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