La Fórmula 1 es uno de los entornos más ultracompetitivos que pueda encontrarse. También materializa algunos de los peores rasgos del tiempo que nos toca vivir. Pero quienes en él participan han de luchar por la excelencia para lograr objetivos bajo un ritmo frenético y presión extrema. De semejante experiencia vital pueden extraerse algunas lecciones positivas para nuestra vida cotidiana.
1. Vivir el momento presente
“Nunca me preocupo de lo que puede o no ocurrir. Es el presente en el que intento vivir, así que el foco está en lo inmediato”. Son palabras de una de las figuras más destacadas de la Fórmula 1, Adrian Newey, extensibles en general al mundo de la Fórmula 1. Psicólogos, neurocientíficos, por no hablar de lideres espirituales, destacan la necesidad de centrarse en el aquí y ahora para extraer nuestro mayor potencial, y no quedarse atrapados emocionalmente en el pasado ni crear escenarios irreales de futuro. La velocidad vital y la carga de trabajo que impone la competitividad extrema de este deporte comprimen el tiempo de manera extraordinaria. La Fórmula 1 exige una gran disciplina mental y las mentes extremadamente focalizadas en el ahora son la norma.
2. Los resultados son clave, pero lo es más la perseverancia en el proceso
Los pilotos de Fórmula 1 nos recuerdan –Vettel recientemente también– que este es un trabajo que requiere dedicación de 24/7 durante once meses al año. Sin embargo, la dependencia de elementos técnicos y los avatares de la competición condicionan la recompensa final independientemente del trabajo realizado: una avería técnica, el golpe de un rival, una parada en boxes errada… Otro tanto ocurre para mecánicos e ingenieros.
Por ello, el automovilismo deportivo obliga a desarrollar una mentalidad de dedicación total al margen de los resultados. Los fracasos han de olvidarse inmediatamente para centrarse en el nuevo desafío en beneficio de la perseverancia necesaria para alcanzar las metas propuestas, y neutralizando así las ‘montañas rusas’ emocionales de un deporte con tantos altibajos. “Aprendí a darlo todo antes de la carrera, y a desvincularme del resultado después de ella”, explicaba un veterano holandés de la Fórmula 1, Jan Lammers, ganador en las 24 Horas de Le Mans y que hoy corre en el Dakar con un camión.
3. Excelencia y superación constante
Los equipos de Fórmula 1 no son ajenos a las pugnas políticas y a las miserias internas propias de cada empresa o grupo humano. Pero es uno de los entornos más competitivos que pueden conocerse y en el mismo no cabe la mediocridad. El talento y la excelencia son condiciones 'sine qua non'. La revisión propia y ajena de la capacidad a todos los niveles –no solo la de los pilotos– es una exigencia ineludible y permanente.
Por ejemplo, Mike Gascoyne, el responsable técnico de Caterham, se embarcó en una aventura en solitario para atravesar el Atlántico al día siguiente de terminar la pasada temporada para salir de su “zona de confort”. A su vuelta, volvió directamente a trabajar al despacho.
4. Pulir cada mínimo detalle marca la diferencia
La filosofía japonesa del “Kaizen”, o de mejora constante, es un juego de niños en la Fórmula 1. La atención al detalle es extrema en las áreas más increíbles que se pueda imaginar. En un mundo donde las milésimas rematan, analizar y mejorar hasta la exasperación infinidad parámetros por los pilotos y grupos de trabajo alcanza cotas increíbles. Las paradas en boxes podrían ser un buen ejemplo entre cientos de ellos.
En la Fórmula 1 se considera a Michael Schumacher como el paradigma que marcó un antes y un después en este aspecto. Pat Symonds, técnico británico que trabajó antes con Ayrton Senna, reconocía que “su atención al detalle es algo que nunca había visto antes, lo que le diferenciaba era su concentración total en cada detalle”. Incluso para los ya de por sí elevados estándares de la Fórmula 1,Christian Horner (Red Bull) se asombraba del nivel de entrega que ha requerido para su equipo la actual temporada.
5. El tiempo es oro, dentro y fuera de la pista
Cada dos semanas, la Fórmula 1 es un examen donde uno aprueba y los demás fracasan. La presión de trabajo es increíble y obliga a comprimir y exprimir cada segundo dentro y fuera de la pista. Al abandonar la disciplina, muchos pilotos nos recuerdan cómo sienten que el mundo exterior circula a otra velocidad, como a cámara lenta. Esa concepción del tiempo que determina la respuesta a los desafíos, y el entorno competitivo que les ha modelado ha facilitado a muchos pilotos convertirse en empresarios exitosos.
6. Necesitamos a los demás
El caso de Fernando Alonso en 2012 es un buen paradigma. Unánimemente elegido mejor piloto del año, no ganó el título incluso reconociendo que “será difícil que repita una temporada como esta”. Porque un equipo de Fórmula 1 es una tela de araña de hilos interdependientes donde todos han de vibrar a la máxima tensióny no fue el caso de Ferrari en algunas áreas clave.
A otros niveles de exigencia, todos dependemos en alguna medida de nuestro entorno familiar y profesional para conseguir nuestros objetivos, equilibrio y felicidad. “Entendió el valor del equipo y se dio cuenta de que si cada elemento clave del mismo tiraba en la misma dirección, se convertirían en rivales formidables”, decía Simonds de Michael Schumacher.
7. Buscar el flow de los pilotos también en nuestras vidas
Concepto desarrollado por el famoso profesor de psicología Mihaly Csíkszentmihályi, y uno de los fundamentos de la psicología positiva, recoge eseestado mental donde cuerpo y mente se funden en una actividad de absorción total. Csíkszentmihályi citaba el pilotaje y el alpinismo como ejemplos extremos de flow. Al describir su actividad, muchos pilotos nos ofrecen perfectos ejemplos. De ahí que también sea una actividad tan adictiva para la mayoría de ellos.
Desafío para los propias capacidades, exigencia de una destreza, pérdida de la noción del tiempo, sensación de plenitud… A otros niveles, por supuesto, en la vida cotidiana podemos buscar deliberadamente actividades en las que sumergirnos para lograr íntimos momentos de equilibrio psico-físico que proporcionan grandes satisfacciones.
8. Sexo, poder y dinero mueven al ser humano
Bernie Ecclestone es un gran conocedor de la condición humana. En más de una ocasión ha reconocido en estas fuerzas básicas el motor que nos impulsa. Su hábil visión las ha ‘empaquetado’ en un ‘producto’ de éxito llamado Fórmula 1. Cuando se alcanza a conocer las interioridades e hilos que la mueven –por ejemplo, se entiende hasta qué punto la ambición –muchas veces despiadada– y el dinero guían el comportamiento. Una realidad a la que no resulta ajena la Fórmula 1 ni tampoco nuestra vida cotidiana, y que también explica algunos de nuestros problemas actuales.
9. Vivimos en un mundo globalizado
Cada año, la Fórmula 1 da la vuelta al mundo porque ha sigue como un sabueso la evolución de la economía global. Hace ya más de una década que Ecclestone declaró que Europa era un “continente en decadencia” y actuó en consecuencia, ampliando los horizontes globales del Gran Circo. Que cada cual saque las conclusiones oportunas para conocer algunas de las fuerzas económicas que condicionan nuestra vida cotidiana.
10. Visión positiva, mentalidad ganadora, y confianza en las propias capacidades
Alonso y Vettel han vuelto a ofrecernos en 2012 un extraordinario ejemplo al respecto. La creencia en las propias posibilidades más allá de lo que la razón y las circunstancias invitan a pensar es una premisa indispensable para lograr metas. Nunca se dieron por perdidos incluso en los peores momentos. Lo manifestaban de palabra y lo confirmaron con sus actos. Solo uno de ellos ganó, pero su actitud inquebrantable al desaliento fue la misma para ambos.
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