El amor del niño es ciegamente leal a lo que ha sucedido en su familia, y la sigue en el infortunio y la tristeza. Esa lealtad infantil y el auto-sabotaje del que hablaba antes caminan íntimamente vinculados.
La buena noticia es que la lealtad que cada uno siente hacia su familia puede crecer y tornarse adulta.
Las constelaciones familiares ayudan a realizar ese proceso, esa transición hacia otro amor y lealtad en el respeto. Las constelaciones sacan rápidamente a la luz las dinámicas familiares que causan confusión, sufrimiento y limitación, y si se dan las circunstancias propicias, libera de sus efectos a la persona en ese mismo momento, o la orienta en esa nueva dirección.
Cuando una persona es capaz de mirar a los ojos a todos los miembros de su familia, reconocer todo lo que ahí ha sucedido y colocarse en el lugar que le corresponde en ella, todo cambia. El amor que sienta ya no puede ser ciego, y ya no puede seguir llevando consigo los sentimientos de culpa, de enojo o de tristeza que en realidad pertenecen a sus mayores.
Reconocer lo que ha sucedido en la familia de uno, y mirarla con verdadero respeto y gratitud, nos libera de muchas de las cargas que llevamos y deja espacio para más y mejor vida. No existe mejor modo de honrar a nuestros mayores que logrando una buena vida.
Añadir que el alcance de este trabajo no se limita solamente a la persona que hace su constelación, es decir, que trabaja un asunto propio durante el taller, sino que también alcanza a los miembros de su sistema familiar, ya que cuando un elemento de un sistema se mueve, todos los restantes se recolocan consecuentemente, logrando encontrar entre todos un mejor equilibrio.
Por último, repetir que sin lugar a dudas la mejor manera de entender las Constelaciones Familiares es tomar parte en ellas asistiendo a un taller.
La buena noticia es que la lealtad que cada uno siente hacia su familia puede crecer y tornarse adulta.
Las constelaciones familiares ayudan a realizar ese proceso, esa transición hacia otro amor y lealtad en el respeto. Las constelaciones sacan rápidamente a la luz las dinámicas familiares que causan confusión, sufrimiento y limitación, y si se dan las circunstancias propicias, libera de sus efectos a la persona en ese mismo momento, o la orienta en esa nueva dirección.
Cuando una persona es capaz de mirar a los ojos a todos los miembros de su familia, reconocer todo lo que ahí ha sucedido y colocarse en el lugar que le corresponde en ella, todo cambia. El amor que sienta ya no puede ser ciego, y ya no puede seguir llevando consigo los sentimientos de culpa, de enojo o de tristeza que en realidad pertenecen a sus mayores.
Reconocer lo que ha sucedido en la familia de uno, y mirarla con verdadero respeto y gratitud, nos libera de muchas de las cargas que llevamos y deja espacio para más y mejor vida. No existe mejor modo de honrar a nuestros mayores que logrando una buena vida.
Añadir que el alcance de este trabajo no se limita solamente a la persona que hace su constelación, es decir, que trabaja un asunto propio durante el taller, sino que también alcanza a los miembros de su sistema familiar, ya que cuando un elemento de un sistema se mueve, todos los restantes se recolocan consecuentemente, logrando encontrar entre todos un mejor equilibrio.
Por último, repetir que sin lugar a dudas la mejor manera de entender las Constelaciones Familiares es tomar parte en ellas asistiendo a un taller.
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