El Hábito de la Amabilidad (serie)
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Este hábito, es, desde mi punto de vista, algo básico para prosperar y llegar a alcanzar nuestras metas. ¿Por qué? Porque generalmente, si somos amables con los demás, ellos lo serán con nosotros.
¿Qué reacción tienes cuando te encuentras con una persona que tiene poco tacto, que es descortés, que tiene una mirada poco amigable?
Es muy probable, que cuando te relacionas con una persona así, entres en “guardia”, que te prepares para contraatacar y tus respuestas y acciones sean de autodefensa.
Si tu mismo eres quien no tiene muestras de amabilidad con los demás, pero no sabes porqué los demás no te tratan bien, ya tienes idea de los motivos.
Decir – por favor
– gracias
– podrías…
– te apetece…
– te parece bien
– ¿qué tal si…
– me gustaría hacer tal cosa, ¿me acompañas?
– gracias
– podrías…
– te apetece…
– te parece bien
– ¿qué tal si…
– me gustaría hacer tal cosa, ¿me acompañas?
En nuestro lenguaje podemos incorporar muchas palabras, que nos ayuden a cultivar el hábito de la amabilidad y de paso, apoyar este cambio con un mejor lenguaje corporal.
Sonriendo, siendo amable, retomando el uso del “por favor” y del “gracias” verás como las personas con quienes te relaciones serán mucho más amables contigo.
Viki Morandeira
Desarrollo de la amabilidad[editar]
La amabilidad es planta delicada que sólo germina en “terrenos”, “climas” y condiciones especiales, esto quiere decir, que se da a partir de contexto y un ambiente propiciador donde la persona desarrolle una conducta amable. El terreno más indicado es el hogar y poco después la escuela. El clima y las condiciones especiales de una educación para la amabilidad, que ha de proporcionar el medio educativo en que se desenvuelve el niño durante la infancia y la adolescencia, debe aportar y despertar los siguientes sentimientos positivos:
- AFECTO: Sentirse aceptado y amado con sus cualidades y defectos. Percibir que sus padres y educadores han escogido amarle y respetarle.
- ALEGRÍA COMO HÁBITO: Mostrarse satisfecho de vivir, de amar, de compartir el tiempo con el educando, en una actitud divertida y desdramatizadora. Reír en familia con frecuencia y contagiar la alegría sin reservas.
- CONFIANZA: Creer en su capacidad, en su bondad, en sus actitudes, permitirle que se equivoque y transmitirle siempre el mensaje de que puede vencer las dificultades, que seguiremos cerca para ayudarle, que con su esfuerzo e ilusión conseguirá lo que se proponga.
- ACEPTACIÓN: Dejarle ser persona, valorar su singularidad, estimularle a pensar por si mismo, pero con honradez y respeto a los demás. Recordar las palabras de Kabil Gibran: “Tus hijos no vienen de ti, y aunque estén contigo no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues ellos tienen sus propios pensamientos...”
- SEGURIDAD: Manteniendo una actitud coherente que le permitan a él, educándolo, conocer nuestras reacciones y saber a qué atenerse. Pero la seguridad le viene al niño, sobre todo, del ejemplo de normalidad y naturalidad en el trato diario y de comprobar que los adultos sabemos reconocer nuestras limitaciones y defectos, aunque no por ello desistimos en el empeño de ser mejores cada día. Vernos humanos, limitados y capaces de pedir perdón, les da seguridad porque nos sienten más cerca de sí mismos, más a su alcance.
Debemos tener presente que amabilidad es la palabra dulce que anima, levanta, consuela y fortalece, así como el rocío refresca y embellece las plantas marchitas. La amabilidad es afabilidad en la conducta, naturalidad en el obrar, paz en el semblante, benevolencia en la mirada. Se comunica y trasmite de un solo corazón a los corazones de una familia o comunidad entera como la fragancia de una flor que se difunde en derredor del lugar donde florece.
El concepto de amabilidad en siglos pasados[editar]
Un cortesano francés del siglo XVII, escribió que las virtudes, a menudo, son sólo vicios disfrazados. El altruismo puede hacernos sentir bien, pero sentir admiración por uno dista mucho de ser admirable. La amabilidad es una cualidad en la cual se combinan el amor, lacomprensión, la previsión, la empatía y la generosidad, pero para que sea una auténtica virtud debe estar libre de segundas intenciones, incluida la autoestima. Siempre que nos entreguemos a los demás con un espíritu completamente abierto, sin egoísmos, nuestra actitud es una bendición. Un sencillo acto de amabilidad repercute en la red de relaciones que nos unen al mundo y puede reavivar sentimientos positivos que se expanden a los cuatro vientos.
El principio oriental del Darma nos enseña que todas las palabras y acciones son semillas que germinan para dar fruto en el momento oportuno. La primera acción no es la semilla, sino el pensamiento que la genera. Así pues, si la idea -la semilla- es moralmente sana, desinteresada y auténtica, tenemos el camino apropiado para nuestra progresión espiritual.
"La amabilidad vuelve con una sonrisa al lugar desde que ha partido". Anónimo
Véase también[editar]
Si CREES Más en TI
Te Será más Fácil ser amable con los demás
Cambia la forma en que te miras, y te aseguro, que verás cosas maravillosas en ti, que no habías visto antes, mientras pasabas tus días criticándote y siendo demasiado duro contigo.
Te sugiero claves para aumentar tu autoestima, para aumentar la valoración que tienes de ti mismo.
- Empieza el día con una SONRISA
- Haz FELIZ a alguien, cada día.
- Elige una frase POSITIVA para que te acompañe durante el día.
- Deja de exigirte ser perfecto, PERDONA tus errores y acepta tus debilidades.
- EVITA la crítica, las excusas, el pesimismo, la culpa, la frustración.
- APRENDE algo nuevo cada día.
- REPITE esto mismo mañana. Y pasado mañana....
Roma no se construyó en un día, dice una antigua frase, y es tan actual hace siglos, como hoy. Nada, en tu vida, podrás lograrlo en un día. No te rindas.
Serás Feliz, si te esfuerzas en aprender como se hace para ser feliz.
Te amarás, si te empeñas en aprender como se hace para amarse a uno mismo.
Crecerás, si te comprometes en aprender como se crece.
Alcanzarás Metas, si con disciplina emprendes los pasos necesarios para llegar.
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