Desde hace mucho tiempo, tengo la convicción de que la educación y la tecnología son los dos
pilares de la igualdad en la vida. Esta nueva etapa de Internet —con la Web 2.0 y la colaboración—
ofrece una visión de lo que se puede hacer. Esa convicción se intensifica en momentos en que la
visión comienza a tomar forma al hacer posible la colaboración, eliminar las barreras en todo el
mundo y permitir el acceso a la información en cualquier momento y lugar. La educación y la
tecnología van de la mano y la red es la plataforma de lo que denominamos la sociedad del
aprendizaje, concepto que desarrollamos en las siguientes páginas.
El aprendizaje es esencial para el futuro del mundo. No obstante, los sistemas educativos actuales se
enfrentan a desafíos sin precedentes. Considero que la eficacia del aprendizaje genuino y
permanente en el mundo depende, en gran medida, de cuánto sabemos aprovechar la potencia de la
red para conectar y comprometer tanto a los estudiantes como a los educadores, y para facilitar el
acceso a nuestros conocimientos y recursos colectivos. La cuestión es adaptar. A pesar del
importante papel que cumplieron y seguirán cumpliendo los sistemas educativos tradicionales, estos
ya no bastan para satisfacer las crecientes y cambiantes necesidades de aprendizaje del mundo.
Es cierto que optimizar la eficacia de los sistemas educativos tradicionales para maximizar el valor
que podemos obtener de ellos es un elemento crucial de cualquier estrategia para avanzar. Sin
embargo, no es suficiente. El aprendizaje es una actividad y no un lugar físico, razón por la cual
trasciende los muros de la escuela y la universidad. Siempre fue así. La explosión del conocimiento,
impulsada por la potencia de la red para conectar a las personas y difundir ideas, cambió la
naturaleza misma del aprendizaje. Debemos innovar y desarrollar nuevas modalidades de
aprendizaje, tanto formales como informales, que satisfagan las demandas de las sociedades del
conocimiento en la era de la información.
Debemos adoptar nuevos enfoques procedentes de fuentes no tradicionales y fomentar una
colaboración auténtica y abierta de los sectores público, privado y sin fines de lucro. Además, los
responsables de guiar el aprendizaje deben abandonar la "zona de confort" e innovar de forma
continua para anticipar las necesidades de los estudiantes a medida que cambia el mundo que los
rodea. Las personas necesitan aprender y volver a aprender a lo largo de toda la vida. El aprendizaje
debe centrarse cada vez más en la colaboración interdisciplinaria y en las competencias del siglo
XXI, tales como el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
El futuro de la educación está conectado en red. Al aprovechar al máximo el video y la movilidad, las
personas pueden colaborar para crear y compartir conocimientos, y desarrollar nuevas maneras de
enseñar y aprender que capten la atención y estimulen la imaginación de los estudiantes en
cualquier momento y lugar, mediante cualquier dispositivo.
Satisfacer las necesidades en evolución de personas que aprenden durante toda su vida es un
desafío trascendental, cuya respuesta ha cobrado gran urgencia. No obstante, deberíamos
considerar este desafío como una gran oportunidad y una de nuestras obligaciones más importantes
para con las generaciones futuras. Al conectar y habilitar a los estudiantes y los educadores,
podemos acelerar el crecimiento económico y mejorar el bienestar social en todo el mundo.
Este informe no es un fin en sí mismo, sino el inicio de un diálogo mundial sobre las distintas maneras
en las que concebimos la educación, para transformar todas las sociedades del mundo en
sociedades del aprendizaje. Esperamos contar con su participación e ideas.
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