Cinco tipos de aburrimiento
Indiferente, de calibración, de búsqueda, reactivo y apático. Éstos son, según sus características, los cinco tipos de aburrimiento
que algunos investigadores han establecido. Pero no todos están de
acuerdo. El propio Danckert, por ejemplo. "Esta clasificación es
polémica. Nosotros hemos usado en el pasado el término aburrimiento
apático, pero ya no creo que sea un tipo de aburrimiento, sino que
representa simplemente a la apatía y la anhedonia, una imposibilidad
para experimentar placer".
Una diferencia con estas es la paradójica observación
de que el aburrimiento parece ser un estado de agitación, una suerte de
lucha interna durante la cual aumenta la frecuencia cardiaca y sube el
cortisol, la más típica hormona del estrés.
Aumenta la creatividad (o no)
Algunos estudios apuntan
a que, cuando estamos aburridos y cansados, tiende a aumentar la
creatividad. Su razonamiento es este: cuando el cerebro está cansado,
sigue el rastro de las distracciones que se ofrece y que cuando está
concentrado descartaría. Este paseo cerebral permite poner juntas posibles soluciones que en principio se encuentran lejanas y apartadas entre sí.
"Hay
muy poca evidencia de que el aburrimiento favorezca la creatividad,
aunque lo estamos estudiando", comenta Danckert. De alguna forma lo que
haría este, más que proponer soluciones, sería más bien actuar como un
optimizador previo.
"Mi colega Andreas Elpidorou", añade
Danckert, "sugiere que el lado positivo de un estado de aburrimiento es
que opera como una señal que te avisa si te has desviado de tu tarea o
de si ésta no es lo suficientemente estimulante, y a la vez te recuerda
cuáles son las metas importantes. Ésta es la definición de aburrimiento
que me gusta". Algo parecido a lo que decía el editor y presentador
estadounidense Clifton Fadiman: "Aburrirse en el momento adecuado es
signo de inteligencia".
El 'vagabundeo mental'
El
95% de los estadounidenses consultados en una encuesta reconoció había
realizado el día anterior alguna actividad de ocio como ver la
televisión o leer, pero hasta el 83% negaron haber pasado ni un minuto
"relajándose o pensando".
En el año 2014, un estudio en la revista Science
construyó una hipótesis a partir de esos datos, y los experimentos
destaparon unas, cuando menos, intrigantes conclusiones. La pregunta que
se hacían era: "¿Es que a la gente le molesta estar simplemente
pensando, sin hacer nada más?". Entre otras cosas lo que vieron fue que,
dejados a solas durante 15 minutos sin nada que hacer, la mayoría de
los hombres y una de cada cuatro mujeres decidían recibir al menos una
descarga eléctrica con tal de combatir la monotonía que da lugar al
llamado vagabundeo mental. El estudio ha sido criticado y todavía se debate
sobre ello, pero su frase final tiene la cadencia de un epitafio: "a la
mente sin dirigir no le gusta quedarse a solas consigo misma".
Cómo mejorar la educación
Según comenta la psicóloga Jennifer Vogel-Walcuut en la revista Nature,
el aburrimiento explica los éxitos de los estudiantes tanto como lo
hace su inteligencia innata. Sin embargo, apenas si se ha estudiado cómo
tiene lugar esta relación ni cómo resolverla.
Una
teoría bastante asentada sostiene que son los alumnos más inteligentes,
al estar menos estimulados, los que tienden a aburrirse más en las
clases. Aunque esto tiende a darse, algunos estudios
han desmontado bastante parte del mito: en realidad es más frecuente
que sean los menos dotados quienes caigan en el aburrimiento.
Otros estudios
muestran que en el fondo parece darse una correlación donde no se sabe
si va antes el huevo o la gallina o ambos a la vez: el aburrimiento
disminuye el rendimiento, pero a su vez el bajo rendimiento conduce al
aburrimiento.
¿Cómo mejorar este círculo vicioso?
Todavía no se sabe con precisión, en parte porque la ciencia del
aburrimiento está todavía construyéndose.
Uno de los
problemas es que las escalas clásicas que lo evalúan se dirigen más a
medir la tendencia a sufrirlo que al que se experimenta en un momento
dado (lo que sería más representativo para estudiarlo en la educación).
Ni
siquiera hay una herramienta definitiva que permita inducir el
aburrimiento y analizarlo de igual manera en diferentes laboratorios (y
entre medias cada cual prueba a provocarlo con tareas o vídeos
diferentes). Quizás por eso lo que reconoce Danckert: "Creo que sobre
esto todavía estamos muy lejos de poder aplicar estrategias válidas en
el ámbito de la educación: primero debemos averiguar qué es lo que
funciona y qué es lo que no".
Ante tantas incógnitas
por resolver y tantos huecos de información por rellenar, una mente
conspiranoica resolvería que, para mantener nuestra atención, los
científicos (y tambien este artículo) han seguido al pie de la letra
aquello que decía Voltaire: "El secreto para aburrir a la gente consiste
en decirlo todo".
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