La felicidad no es una meta, es un estado mental, suelen repetir los gurús del bienestar. Pero también es el producto de procesos puramente fisiológicos, como explica la neurocientífica y profesora de la Universidad de Florida Teresa Aubele en su libro Train Your Brain to Get Happy: the Simple Program that Primes your Grey Cells for Joy, Optimism and Serenity (Adams Media), coescrito junto al psicólogo Stan Wenck.
El punto de partida de los investigadores es muy sugerente, y se encuentra en línea con las ideas que sobre la neuroplasticidad han abundado durante los últimos tiempos gracias a pensadores como Richard J. Davidson. Si programas a tus neuronas para que sean más receptivas a la felicidad, tarde o temprano terminaremos sorteando la tristeza. Si, por el contrario, nuestro comportamiento enseña a nuestra materia gris a interpretar lo que nos ocurre de forma negativa, dará igual todo lo bueno que nos ocurra, puesto que no habrá manera de que podamos sacar provecho de ello.
Con el objetivo de identificar qué podemos cambiar en nuestra vida para entrenar a nuestro cuerpo a abrazar la felicidad, los autores dividen en seis capítulos su libro, de forma que podamos ponernos en marcha rápidamente. Al principio puede parecer complicado, pero una vez tengamos constantemente presentes las seis claves, si no somos capaces de tomarnos la vida desde otro punto de vista, será simplemente porque no lo hemos intentado lo suficiente.
Como explicaba Aubele en un artículo publicado en Psychology Today, la gran cantidad de información de la que disponemos hoy en día no favorece nuestra toma de decisiones, sino que como el ciervo que observa de repente cómo un automóvil se dirige hacia él y se queda paralizado, nos impide distinguir entre lo correcto y lo inadecuado. ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Descartar la multitarea, fijar prioridades, organizarnos mejor, no consultar continuamente el correo electrónico y aprender a procesar la información dedicándole tiempo para que cristalice en nuestra cabeza.
Aubele enumera las diversas formas en las que los pensamientos negativos influyen en ti: perturban tus interacciones con lo que te rodea y afectan tu capacidad para percibir, recordar y crear nuevas conexiones neuronales. Por el contrario, si somos capaces de centrarnos en lo positivo o pensar en el futuro no como una catarata de problemas sino como una amplia lista de posibilidades, no sólo seremos más felices, sino también más productivos, reactivos y discurriremos mejor.
El problema que tienen dichas hormonas es su carácter altamente adictivo y el hecho de que las drogas favorezcan su liberación empuja a su uso (y abuso). Algo que también puede repercutir de manera negativa en el amor, puesto que como han recordado algunos estudios, a los cuatro años de convivencia se dejan de producir dichas hormonas, lo que explicaría el bajón que algunas relaciones experimentan pasado dicho tiempo.
Además, ser capaces de cumplir con nuestros objetivos deportivos suele ayudarnos a sentirnos realizados y satisfechos con nosotros mismos. Nos hemos recordado, por fin, que podemos hacer aquello que nos proponemos.
A dicha lista encabezada por las frutas rojas podrían añadírsele el pescado azul (por sus ácidos grasos omega 3), los dátiles, los frutos secos y los plátanos (por el triptófano), el cacao, el guaraná y la yerba mate (por la teobromina), y sobre todo, la vitamina B y C que abundan, respectivamente, en la carne, el pescado o los lácteos, y en los vegetales y las frutas.
Aubele también recomendaba que simples ejercicios como “sentarse en un lugar tranquilo, cerrar los ojos y conjurar la memoria de uno de tus momentos más felices” pueden ser una forma de favorecer nuevas conexiones neuronales.
El punto de partida de los investigadores es muy sugerente, y se encuentra en línea con las ideas que sobre la neuroplasticidad han abundado durante los últimos tiempos gracias a pensadores como Richard J. Davidson. Si programas a tus neuronas para que sean más receptivas a la felicidad, tarde o temprano terminaremos sorteando la tristeza. Si, por el contrario, nuestro comportamiento enseña a nuestra materia gris a interpretar lo que nos ocurre de forma negativa, dará igual todo lo bueno que nos ocurra, puesto que no habrá manera de que podamos sacar provecho de ello.
Con el objetivo de identificar qué podemos cambiar en nuestra vida para entrenar a nuestro cuerpo a abrazar la felicidad, los autores dividen en seis capítulos su libro, de forma que podamos ponernos en marcha rápidamente. Al principio puede parecer complicado, pero una vez tengamos constantemente presentes las seis claves, si no somos capaces de tomarnos la vida desde otro punto de vista, será simplemente porque no lo hemos intentado lo suficiente.
- Aprende a distinguir las respuestas “huir o luchar” que crean ansiedad
Como explicaba Aubele en un artículo publicado en Psychology Today, la gran cantidad de información de la que disponemos hoy en día no favorece nuestra toma de decisiones, sino que como el ciervo que observa de repente cómo un automóvil se dirige hacia él y se queda paralizado, nos impide distinguir entre lo correcto y lo inadecuado. ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Descartar la multitarea, fijar prioridades, organizarnos mejor, no consultar continuamente el correo electrónico y aprender a procesar la información dedicándole tiempo para que cristalice en nuestra cabeza.
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- Enfoca la atención de tu materia gris en el bienestar emocional
Aubele enumera las diversas formas en las que los pensamientos negativos influyen en ti: perturban tus interacciones con lo que te rodea y afectan tu capacidad para percibir, recordar y crear nuevas conexiones neuronales. Por el contrario, si somos capaces de centrarnos en lo positivo o pensar en el futuro no como una catarata de problemas sino como una amplia lista de posibilidades, no sólo seremos más felices, sino también más productivos, reactivos y discurriremos mejor.
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- Realiza actividades que inunden tu cerebro de dopamina y serotonina, entre otros “químicos de la felicidad”
El problema que tienen dichas hormonas es su carácter altamente adictivo y el hecho de que las drogas favorezcan su liberación empuja a su uso (y abuso). Algo que también puede repercutir de manera negativa en el amor, puesto que como han recordado algunos estudios, a los cuatro años de convivencia se dejan de producir dichas hormonas, lo que explicaría el bajón que algunas relaciones experimentan pasado dicho tiempo.
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- Satisface el hambre de tu cerebro a través de la dieta y el ejercicio
Además, ser capaces de cumplir con nuestros objetivos deportivos suele ayudarnos a sentirnos realizados y satisfechos con nosotros mismos. Nos hemos recordado, por fin, que podemos hacer aquello que nos proponemos.
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- Mejora tu nutrición
A dicha lista encabezada por las frutas rojas podrían añadírsele el pescado azul (por sus ácidos grasos omega 3), los dátiles, los frutos secos y los plátanos (por el triptófano), el cacao, el guaraná y la yerba mate (por la teobromina), y sobre todo, la vitamina B y C que abundan, respectivamente, en la carne, el pescado o los lácteos, y en los vegetales y las frutas.
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- Entrena a tu cerebro para construir nuevos caminos hacia la serenidad
Aubele también recomendaba que simples ejercicios como “sentarse en un lugar tranquilo, cerrar los ojos y conjurar la memoria de uno de tus momentos más felices” pueden ser una forma de favorecer nuevas conexiones neuronales.
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